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JESUS y EL ESPIRITU

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446 Jesús y el Espíritu<br />

10, 15), Y porque en el de sus conversos ese evangelio se había<br />

visto que era de origen divino. Van Campenhausen escribe:<br />

«Abandonan cualquier autoridad imaginable, incluso la suya propia,<br />

desde el momento en que va contra el 'evangelio' ... La autoridad<br />

del hombre apostólico está totalmente vinculada con la<br />

escandalosa verdad del mensaje a través del cual ejerce su efecto,<br />

y del que por su misma naturaleza es inseparable» 92.<br />

Deberíamos añadir que Pablo se daba cuenta de la importancia<br />

que su evangelio recibiera el espaldarazo de los demás<br />

apóstoles, en especial, de los de Jerusalén (Ga 2, 2. 7 ss.); pero<br />

el término importante es «confirmado», o sea, que ni siquiera<br />

los «apóstoles columnas» de Jerusalén le completaron lo más<br />

mínimo (Ga 2, 6). Con otras palabras, en este punto la autoridad<br />

apostólica de Pablo procedía directamente de la «revelación de<br />

Jesucristo» (Ga 1, 12), y no de ningún apóstolo concilio apostólico<br />

anteriores.<br />

En tercer lugar, el apóstol hacía proceder su autoridad de la<br />

tradición. 0, hablando con más propiedad, pues de lo contrario<br />

se contradice el último punto, Pablo se consideraba a sí mismo<br />

apóstol, como mediador de una tradición con autoridad (1 Co<br />

7, 10; 9, 14; 11, 2. 23; 15, 3; Flp 4, 9; 2 Ts 2, 15) n. Esto<br />

no entra en colisión necesariamente con la autoridad carismática<br />

procedente de una nueva revelación 94. El punto esencial para<br />

Pablo era que esa autoridad venía del Señor (1 Co 7, 10; 9, 14;<br />

11, 23); una tradición cuya fuente fuera un hombre no tendría<br />

validez alguna (Col 2, 8) 95. Y cuando no tenía, o al menos no<br />

mencionaba, palabra ninguna del Señor que le confiriera autoridad,<br />

con mucha frecuencia presentaba la enseñanza que impartía<br />

92. H. VON CAMPENHAUSEN, Authority, 37 s. .<br />

93. Véase K. WEGENAST, Tradition, 93-120; sobre 1 Ca 7, 10; 9, 14,<br />

véase especialmente D. 1. DUNGAN, Tbe Sayings 01 [esus in tbe Cburcbes<br />

01 Paul, Blackwell 19971; sobre 1 Ts 4, 1; 2 Ts 3, 6 ss., véase aquí p.<br />

381; Y sobre 1 Ts 4, 15, aquí p. 378 s.<br />

94. Véase antes p. 359 s. y § 41, 2. 4. Me refiero especialmente a<br />

la distinción sugerida entre la «mente de Cristo» y la «ley de Cristo».<br />

95. F. BÜCHS<strong>EL</strong>, TDNT 2, 172. Véase en especial 1. GOPP<strong>EL</strong>T, Traditian<br />

nach Paulus, KuD 4 (1958) 213-33, también Apostolic Times, 152 ss.,<br />

quien con razón resalta el carácter pneumático y kerygmático que para<br />

Pablo tiene la tradición; J. ROLOFF, Apostolas, 84-98; K. WENGST, Der<br />

Apostel und die Tradition, ZTK 69 (1972) 145-62, quien acentúa el hecho<br />

de que para Pablo la tradición es tradición interpretada. No se tienen<br />

argumentos para afirmar que tradición es «un logos fijado por el colegio<br />

de los apóstoles en Jerusalén». (B. GERHARDSSONj Memory, 297).

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