JESUS y EL ESPIRITU

480 Jesús y el Espíritu
Estos son, por tanto, los criterios que el mismo Pablo aplica
a la hora de encontrarse con problemas carismáticos. No existe
la menor duda de que son los criterios que él esperaba que aplicarían
sus Iglesias al enfrentarse con problemas parecidos. Tomados
en su conjunto se ve que constituyen una regla bastante
amplia y variada. Con todo, resaltemos que tal y como Pablo
desarrolla esos criterios no representan reglas o leyes fijas y exclusivas
204. La prueba de la tradición kerigmática podía degenerar
muy fácilmente en una inconmovible regla de fe, pero por aquel
tiempo las profesiones de fe eran más una especie de principio
que de dogma, principios que había que interpretar de una manera
nueva en situaciones diferentes 205. Y las pruebas de amor y
la oikodomé son criterios que por su misma naturaleza no se
podían utilizar de un modo arbitrario, casual o legalístico. COQ
otras palabras: la aplicación de tales criterios a la hora de juzgar
los carismas tenía que ser ella misma de tipo carismático, o sea,
llevada a cabo con la conciencia de que se depende para ello de
la gracia de Dios y de la inspiración del Espíritu.
50. Conclusiones.
50.1. Pablo considera a cada una de sus Iglesias como comunidad
carismática. La idea que tiene de la estructura de la comunidad
cristiana es la de «una comunión libre, que se desarrolla
gracias a la conjunción viviente de dones espirituales y ministerios
sin la asistencia de una autoridad oficiala de 'presbíteros' responsables»
206. Los carismas no son algo extra y opcional de lo que
una Iglesia puede carecer, sin dejar de ser el cuerpo de Cristo.
Al contrario, los carismas son las funciones vitales del cuerpo de
Cristo. En cualquier parte el cuerpo de Cristo s610 alcanza su
realizacián mediante las manifestaciones de la gracia. En la eclesiología
paulina «cuerpo de Cristo» y «comunidad carismática»
204. Cf. G. BORNKAMM, Paul, 183 ss.
205. Por tanto, la prueba de 1 [n 4, 2 s. no consiste en el kérygma
en su forma original, sino en el kérygma en cuanto desarrollado para
combatir la amenaza de docetismo (véase luego S 58, 2). Lo mismo se
diga de las tradiciones que implicaban directrices éticas (L. GOPPELT,
Tradition, 227 s.). Cf. E. SCHWEIZER, Seroice of Worsbip, 406: «Es inútil
una mera aceptación de doctrinas o preceptos éticos que no conlleve una
verdadera comprensión que capacite al oyente a vivir realmente a base de
la gracia».
206. H. VON CAMPENHAUSEN, Autbority, 70 s.