JESUS y EL ESPIRITU

120 Jesús y el Espíritu
autoridad está presente en la característica escatológica realizada
tan distintivamente en el ministerio de Jesús. Esto expresaba su
conciencia de aquel poder de Dios reservado para la plenitud
de los tiempos y manifestado particularmente en sus exorcismos.
Pero expresaba también su conciencia de Dios como Padre, que
se había acercado perdonando y curando para librar al pobre. En
resumen, Espíritu y filiación, filiación y Espíritu, son sólo dos
aspectos de la única experiencia de Dios que Jesús vivió y ministró.
10.3. Conclusión. Hasta ahora hemos investigado la experiencia
religiosa de Jesús desde dos perspectivas: su conciencia
de filiación y su conciencia del Espíritu escatológico. En ambos
casos, la suma del material que hemos sido capaces de usar ha
sido muy limitada; esto puede deberse a diversos motivos, incluyendo
una reserva por parte de Jesús a hablar con frecuencia o
abiertamente acerca de su experiencia de Dios o acerca de la
autoridad propia de sus acciones y palabras. Más importante es
el hecho de que la escasez del material no altera las conclusiones
que de él hemos obtenido. Los pasajes utilizados (particularmente
en los §§ 4, 8 y 9) son demostrablemente auténticos en cuanto
palabras del Jesús histórico y, aunque tales expresiones son pocas,
su resistencia a un examen crítico los capacita para sacar con
seguridad conclusiones de ellas. Además, el material al que nos
referimos proviene de momentos claves en la vida de Jesús; de
expresiones que reflejan su propia experiencia de oración y de
situaciones donde la autoridad de Jesús fue cuestionada o desafiada.
La experiencia religiosa, reflejada patentemente en estas
expresiones, no puede excluirse como periférica o secundaria. Por
el contrario, la experiencia que encuentra él en tales situaciones
se demuestra ser, por su mediación, la fuente de su dinamismo
espiritual y la base de su autoridad.
En resumen, nuestra opinión expresada al principio del capítulo
segundo (§ 2, 2): que es posible advertir clara y profundamente
en la experiencia de Jesús acerca de Dios, al menos en
aquella medida que nosotros podemos comenzar a entender sinpatéticamente
cómo él consideró su relación con Dios, ha sido
justificada. Jesús se consideró a sí mismo como Hijo de Dios y
como ungido por el Espíritu escatológico, porque él experimentó
en el ministerio un poder para curar que sólo él pudo entender
como el poder de la plenitud de los tiempos, y una inspiración