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JESUS y EL ESPIRITU

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112 Jesús y el Espíritu<br />

Señalaríamos también la importancia del hecho de que el<br />

ministerio de Jesús tenía un carácter marcadamente diferente en<br />

relación con lo que se esperaba del que había de venir, según<br />

la descripción del Bautista. ¿Por qué ignoraría Jesús tan plenamente<br />

la expectación profética del Bautista, tan claramente inspirado?<br />

(d. Mc 11, 30). ¿Por qué no presentó Jesús su ministerio<br />

como un juicio? ¿Cómo fue tan escogido en su uso de la<br />

profecía veterotestamentaria? La respuesta más evidente es que<br />

había encontrado a Dios en su propia experiencia como un Dios<br />

de gracia más que como un Dios de juicio. El poder que experienció<br />

actuando en su ministerio fue un poder para curar, y no<br />

para destruir. El mensaje que había recibido para proclamar fue<br />

el mensaje del favor de Dios, no el de la venganza de Dios. Su<br />

propia experiencia de Dios, del poder y de la inspiración divina,<br />

le aclararon qué realidades de las profecías del Antiguo Testamento<br />

eran aplicables a su ministerio y lo describían, y cuáles no.<br />

No ,iustificaremos Ji Mt 11, 2-6 Ji no ser atendiendo Iinalmente<br />

a la fuerte convicción que Jesús tenía de sí mismo. Esto se<br />

explicita en el verso 6; él mismo, no su predicación, fue la piedra<br />

de escándalo. Esto se halla implícito también en la pregunta<br />

hecha a Jesús. En realidad Jesús no había proclamado la presencia<br />

del reino de la plenitud de los tiempos; él había proclamado<br />

más bien su presencia en sí mismo o, con más precisión, su presencia<br />

en su propio ministerio. Luegc la pregunta no fue impersonal:<br />

«¿cómo puede hacerse presente la plenitud de los tiempos<br />

cuando el juicio no ha comenzado?», sino «¿eres tú el que<br />

ha de venir?», es decir, «¿eres tú lo que está para venir en la<br />

plenitud (como pretendes)?». Esta fuerte conciencia de inspiración<br />

y de importancia escatológica en Jesús aparece aún más<br />

claramente en los verso 5 ss., porque COmo hemos visto, en la<br />

esperanza judía los milagros del vers. 5 no eran considerados<br />

necesariamente como prueba del significado escatológico del individuo<br />

que los realizaba (de aquí Mc 8, 11 s., y par.). Lo que<br />

encontramos en estas palabras es la convicción irresistible de Jesús<br />

de que sus hechos y palabras son signos del señorío de Dios<br />

en la plenitud de los tiempos. Del mismo modo la bienaventuranza<br />

del verso 6 es realmente una respuesta muy débil a la pregunta<br />

del Bautista, a no ser como expresión de una convicción<br />

abrumadora de que él mismo es el único ungido por el Espíritu<br />

de la plenitud de los tiempos, el centro del significado escatológico<br />

y así, por aquel motivo, una posible piedra de escándalo.

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