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JESUS y EL ESPIRITU

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24() Jesús y el Espíritu<br />

este es un episodio absolutamente llamativo: ¡donde un apóstol<br />

no es enviado ni directamente por el Señor resucitado (contrasta<br />

1 Ca 9, 1; 15, 5. 8), ni tampoco inmediatamente por la inspira.<br />

ción del Espíritu (contrasta Hch 13, 1 ss.; Ef 4, 11)! Esto no<br />

es la expresión espontánea de una comunidad, sino que más bien<br />

parece una comunidad en un forcejeo desatinado y tardío a un<br />

nivel artificial y superficial (d. Hch 1, 6). Si esto es histórico,<br />

y es completamente probable, se trataría de un episodio que Lucas<br />

parece condenar por contraste con el florecimiento espontáneo<br />

y no forzado de la comunidad en los capítulos siguientes, mediante<br />

el impacto y la inspiración del Espíritu 47.<br />

En resumidas cuentas, la tesis de Dobschütz no se abre camino,<br />

y tendremos que juzgar como probable que 1 Ca 15, 6 y<br />

Hcb 2 están tratando episodios diferentes. Es más verosímil que<br />

la manifestación a más de 500 tuvo lugar después de Pentecostés,<br />

es decir, después que la secta comenzó a crecer y funcionar<br />

como comunidad. ¿Cómo podremos explicar de otro modo la<br />

reunión de más de 500 juntos en un solo lugar y al mismo tiempo?<br />

En consecuencia, Pentecostés aconteció probablemente entre<br />

la manifestación a "los doce" y aquella a "más de 500)).<br />

Se sigue esta consecuencia no poco importante: el don del<br />

Espíritu no fue algo tan completamente distinto y separado de<br />

las manifestaciones de la resurrección como Lucas da a entender.<br />

Aunque Pentecostés mismo no parezca haber implicado una manifestación<br />

de la resurrección o incluso una visión de Jesús,<br />

parecería que después de las manifestaciones iniciales de la resurrección,<br />

los fenómenos carsimáticos y extáticos llegaron a<br />

ser una característica no extraña de la asambleas comunitarias de<br />

la joven Iglesia, juntamente con las ocasionales manifestaciones<br />

visionarias de Jesús, en una ocasión al menos a todo el grupo.<br />

Con otras palabras, hasta aquí sólo podemos llegar a distinguir<br />

las experiencias del Espíritu de las manifestaciones de la resurrección<br />

en la comunidad cristiana más primitiva. El problema de<br />

cómo se relacionan Jesús glorificado y el Espíritu de Dios en la<br />

experiencia religiosa de las Iglesias primitivas, todavía no está<br />

resuelto. Tendremos que volver a esta cuestión en los capítulos<br />

siguientes.<br />

47. Véase J. D. G. DUNN, Baptism 45 s.; además, luego en párr. 29.<br />

33 y 45, 1 (Pablo), d. párr. 58, 3 (Juan).

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