JESUS y EL ESPIRITU

Et cuerpo de Cristo 481
son expresiones sinónirnas. Sin comunidad un carisma carece de
raíz y de fruto. Y sin carisma una comunidad no tiene ni gracia
ni vida. La conclusión que se puede sacar de su tratado sobre
los carismas en 1 Ca 12-14 (14, 39 s.) no es, en modo alguno,
una negación instintiva de la lógica de su postura. A través de
estos capítulos su posición es firme: apoya decididamente todos
los carismas que benefician a la comunidad (piénsese, en especial,
en 14, 1. 26 ss. y quizás también en 12, 31). Donde el peligro
de abuso no era tan grande (aunque siempre posible) el apoyo
que prestaba a los carismas era todavía más decidido. En 1 Ts
5, 19 dice que no se apague ninguna llama, y que todos deben
mantenerse abiertos a la inspiración del Espíritu. Los carismas son
tan fundamentales para la vida de la comunidad cristiana que el
agua fría (para apagar posibles abusos) hay que mantenerla sencillamente
en reserva y por precaución 207.
De todo lo dicho se deducen los rasgos definidos que el
carácter de la comunidad cristiana comienza a adquirir para
Pablo. La comunidad cristiana no es primordialmente una entidad
sociológica, o sea, el pueblo que se reúne cada domingo (y mucho
menos se trata de una institución situada a la vuelta de la esquina).
La comunidad cristiana existe únicamente en el entretejido
viviente del ministerio carismático, en base a las realizaciones concretas
de la gracia, como consecuencia del existir y actuar reales
en favor de otros (y no sencillamente para uno mismo) 2G8. La
comunidad cristiana no es tampoco primordialmente un conventículo
de personas entusiasmadas ni una reunión de creyentes preocupados
única y exclusivamente por tener grandes experiencias
de santidad y amor 209; la comunidad cristiana, más bien, es el
ejercicio más pleno posible de los dones que edifican a los demás.
Normalmente cuanto más sorprendente o llamativo es el don
tanto menos valor tiene, pues lo que cuenta de verdad es servir
más que dominar, y edificar más que volar muy alto. La comunidad
cristiana no es sacerdotal en el sentido de que sólo algunos
tengan funciones particulares o que sólo algunos tengan un ministerio;
los carismas son muchos y variados, siendo todos caris-
207. Sobre el desarrollo de la metáfora véase W. C. VAN UNNIK,
'Den Geist Láscbet nicht aus' (1 Thess 5, 19), NovTes 10 (1968) 255-69.
Cf. también O. Ktrss, Entbusiasmus und Realismus bei Paulus, en Aus
tegung und Verkündigung J, Regensburg 1963, 260-70.
208. Cf. O. MICIlEL, Romer, 297.
209. Cf. el concepto joánico de iglesia (véase luego S 58, 3).
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