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JESUS y EL ESPIRITU

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Manifestaciones de la Resurrección 195<br />

taciones. De esta manera, Lindblom distinguió las manifestaciones<br />

terrenas (que él llamó «Cristoepifanías»), de las manifestaciones<br />

celestes «Cristofanías». Sugiere que las primeras tuvieron lugar<br />

antes de Pentecostés (a Pedro y a «los doce»); las últimas, después<br />

de Pentecostés (a más de 500, Santiago, los apóstoles,<br />

Pablo) 83. Alternativamente es posible que los diferentes tipos<br />

de manifestaciones pudieran remontarse a fuentes diferentes: la<br />

tradición de Jerusalén representada por Hch 1, 3 ss., y la tradición<br />

de Galilea representada por 1 Ca 15, 3 ss. 84.<br />

Aquí el problema básico es que parece nos encontramos con<br />

dos tendencias en conflicto dentro de las tradiciones de manifestación:<br />

una tendencia que se aleja de lo físico (a), y otra tendencia<br />

contraria que va hacia 10 físico (b), Según las apariencias es<br />

más probable la última. Si situamos los documentos pertinentes<br />

en orden cronológico según sus fechas de redacción es difícil<br />

negar una tendencia a elaborar las manifestaciones. Pablo recuerda<br />

sólo manifestaciones; Marcos no recuerda ninguna, pero promete<br />

manifestaciones a Pedro y presumiblemente a los doce, sin<br />

más detalles 85. La primera narración propiamente dicha de una<br />

manifestación de la resurrección parece encontrarse en el breve<br />

relato de Mateo sobre el encuentro de las mujeres con Jesús<br />

resucitado; ambos, narración y tendencia materializante, sólo<br />

llegan a expresarse completamente en los relatos de Lucas y de<br />

Juan; la tendencia continúa en el siglo II en Ignacio, Carta a los<br />

Esmirnenses 3, 2 s.; y especialmente en la Epístola de los Apóstoles,<br />

10 ss. 86.<br />

Pero de hecho la otra tendencia también se puede probar, e<br />

intentaré demostrarlo, con el riesgo de alejarme algo de nuestro<br />

tema central. En particular, existen algunas indicaciones sobre<br />

una comprensión más física de la resurrección de Jesús, corriente<br />

en la comunidad más primitiva de Jerusalén; en cuyo caso la<br />

manera de tratar Pablo la resurrección corporal tiene que ser<br />

considerada como un producto de refinamiento helenizante, una<br />

desmitologización (cf. § 21, 3).<br />

83. J. LINDBLOM, Gesichte 104 s. 198 s. 111 s.<br />

84. W. GRUNDMANN, Die Apostel zwischen [erusalem und Antiocbia,<br />

ZNW 39 (1940) 111 ss.<br />

85. Me inclino a pensar que Marcos intentó acabar su evangelio con<br />

16, 8, idea que cada vez cuenta con más apoyos entre los estudiosos modernos;<br />

véase W. G. KÜMM<strong>EL</strong>, Introduction to the New Testament, ET<br />

SCM Press 1966, 71 ss,<br />

86. E. E. HENNECKE, Apocrypha 1 165. 185 s. 195 ss.

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