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JESUS y EL ESPIRITU

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128 Jesús y el Espíritu<br />

raizada en las tradiciones más antiguas sobre Jesús 16. Aceptada<br />

ésta juntamente con las consideraciones señaladas anteriormente<br />

(cap. III, notas 16, 17, 57), no hay duda que Jesús justificó<br />

su reputación. Ante todo, las expresiones de Jesús, examinadas<br />

en detalle, prueban que Jesús se consideró a sí mismo como un<br />

exorcista y un restaurador de la salud inspirado por el Espíritu,<br />

y, si las palabras de Mt 11, 21 llegan hasta Jesús, como parece<br />

muy probable, confirman que Jesús se consideró a sí mismo como<br />

carismático, como taumaturgo. Como advertimos anteriormente<br />

(p. 60) cualesquiera que hayan sido los «hechos», claramente Jesús<br />

creyó que un poder había salido de él para curar variedad de<br />

enfermedades y para realizar (¿otros?) milagros.<br />

12.3. El alcance de los milagros de Jesús. Desafortunadamente<br />

estas palabras auténticas de Jesús no nos capacitan para determinar<br />

el pleno alcance de sus «acciones maravillosas». Precio<br />

samente no está claro hasta qué punto fueron extraordinarias sus<br />

curaciones en relación con las normas del moderno conocimiento<br />

médico. No hay duda que Jesús fue consciente de la curación de<br />

enfermos mentales, ciegos, lisiados y mudos. Pero todas estas<br />

enfermedades podían ser trastornos histéricos. Incluso la curación<br />

de la lepra y la resurrección de los muertos, que probablemente<br />

pretendió Jesús (Mt 11, 5) 17, no pueden llevarnos más allá del<br />

campo de las enfermedades sicosomáticas, pues en el primer caso<br />

una enfermedad condicionada por los nervios, con la apariencia<br />

de lepra, fue presentada como una forma de lepra 18, y en el<br />

segundo caso, cierta forma de estado de coma o. catalepsia. Es<br />

bastante llamativo que ningún ejemplo de curación de lesiones<br />

físicas o restablecimiento de miembros rotos, fuera atribuido a<br />

Jesús en el nivel más primitivo de la tradición 19, es decir, no<br />

16. G. VERMEs, [esus 79 saca la conclusi6n de que a «la persona<br />

de Jesús hay que considerarla como parte del judaísmo carismático del<br />

siglo primero y como ejemplo por excelencia del primitivo hasidim o<br />

devoto».<br />

17. Sobre Me 1, 40-45, d. F. MussNER, Miracles 28·37.<br />

18. R. ÜTTO, Kingdom 347; J. JEREMIAS, Tbeology 1 92, nota 5;<br />

d. van der Looc 466 s.<br />

19. Le 22, 51 b es muy probablemente un desarrollo de la tradici6n.<br />

La redacci6n está en consonancia con la presentaci6n lucana de lo<br />

milagroso menos cauta y más materialista (véase luego p. 201 s. y p.<br />

305 s.); difícilmente hubiera omitido Marcos el que Jesús cur6 la oreja<br />

seccionada, si la tradición hubiera hablado de tal curación (Me 14, 47).<br />

Notemos, con todo, que hoy en día se dan afirmaciones de curaciones que

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