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JESUS y EL ESPIRITU

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Manifestaciones de la Resurrección 211<br />

dibilidad, pues como las mujeres no estaban capacitadas para dar<br />

testimonio 131, es muy improbable que el primer testimonio de<br />

Jesús resucitado pudiera ser atribuido a mujeres, sin un motivo<br />

justo 132. Y el deseo de unir la tumba vacía con las tradiciones<br />

de la manifestación no ofrece causa suficiente, pues de acuerdo<br />

con la tradición más antigua (angelofanía ) algunos de los discípulos<br />

(Pedro y Juan) vieron también la tumba vacía (Le 24, 24;<br />

J11 20, 3-10). La relación entre la tumba vacía y las manifestaciones<br />

de la resurrección pudo establecerse mucho más convincentemente<br />

situando la manifestación a Pedro más bien que la de María<br />

en las cercanías de la tumba vacía.<br />

Tal vez nuestra hipótesis, con un grado de ambigüedad en<br />

las manifestaciones y con la misma naturaleza personal de la<br />

experiencia en los individuos implicados, puede apuntar hacia<br />

una solución más adecuada. Si admitimos de una vez que las<br />

mujeres descubrieron la tumba vacía (d. pp. 196 s.) entonces<br />

debemos también admitir la posibilidad, incluso la probabilidad,<br />

de que tuvieron una (¿o más?) experiencia visionaria en o cerca<br />

de la tumba 133. Sencillamente, esto no obligará a descartar la<br />

exigencia de que las mujeres vieron ángeles, como si hubiera sido<br />

una fábula. La condición de 10 que ellas vieron puede discutirse,<br />

por supuesto, sobre bases sicológicas. Esto debe cuestionarse.<br />

Pero la pretensión de haber visto un ángel o haber tenido una<br />

visión, difícilmente podrá discutirse sobre bases históricas, isencillamente<br />

porque el hombre después de la Ilustración no cree<br />

más en ángeles! Experiencias visionarias también son comunes<br />

en la historia de las religiones, para descartar aquí el relato, por<br />

este motivo 134.<br />

131. J. JEREMIAS, [erusalem in tbe Time of [esus, ET SCM Press<br />

1969, 374 s. (TALAVERO, Pasión 136 N. del Tr.); esto sería razón suficiente<br />

para que Pablo y la tradición que él cita omitieran la mención de<br />

las mujeres en la lista de testigos de 1 Co 15. Sobre 1 Co 15, 5 ss. como<br />

«lista de testigos» véase E. BAMM<strong>EL</strong>, Herkunft 401-19.<br />

132. Cf. M. HENG<strong>EL</strong>, Maria Magda(ena 250 ss.<br />

133. Existen ciertas razones en la historia de la tradición para separar<br />

la narración sobre la visita a la tumba vacía del pasaje referente a<br />

la aparición a las mujeres (M. HENG<strong>EL</strong>, Maria Magdalena 253 ss.); pero<br />

véase lo que decimos después.<br />

134. Cí. P. G. S. HOPWOOD, 130. Las visiones no eran raras entre los<br />

profetas clásicos; véase]. LINDBLOM, Propbecy 122-37. 144 s. 147. Para<br />

la época del NT no necesitamos más que mencionar 2 Co 12, 1 ss. y el<br />

libro del Apocalipsis. En lo referente al cristianismo véase, por ejemplo,<br />

E. UNDERIIILL, Mysticism, Mathuen 121930, reimpreso en 1967, 266-97 y

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