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JESUS y EL ESPIRITU

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114 Jesús y el Espíritu<br />

en proclamación abierta, «este es mi Hijo ... », en Mt 3, 17. En<br />

Lucas el descenso del Espíritu en forma de paloma se convierte<br />

«en forma corporal como una paloma» (3, 22). En el Cuarto<br />

Evangelio la plenitud del acontecimiento llega a ser el testimonio<br />

del Bautista (1, 32 ss.). En justino se enciende en el Jordán<br />

fuego (Dial. 88, 3). Y en Epifanio brilló en torno al lugar «una<br />

gran luz» (AJv. Haer. 30, 13, 7-8). Inevitablemente debemos<br />

preguntar en qué medida esta tendencia había sido ya modelada<br />

por la tradición antes de que Marcos la escribiera.<br />

En segundo lugar, Dibelius señala que si la tradición es histórica<br />

habría procedido de Jesús, en cuyo caso habría tomado la<br />

forma de una expresión de Jesús (cf. Hcb 7, 56) 108.<br />

En tercer lugar, los sinópticos presentan este encuentro entre<br />

Juan y Jesús como algo tangencial en sus sendos lugares. Con<br />

este bautismo cesa, de hecho, el ministerio de Juan (Me 1, 14;<br />

Le 3, 19 s.) lfl9. Con esta proclamación emprende Jesús más o<br />

menos su misión. Considerando las primeras tradiciones sueltas<br />

conservadas en Juan 3, 22 s.; 4, 1 aparece que existía un grado<br />

considerable de parcial coincidencia entre los ministerios de<br />

Juan y de Jesús. Esto sugiere, además, que existió una asociación<br />

más amplia y profunda entre Juan y Jesús, y que Jesús<br />

originalmente se sometió al bautismo concedido por Juan, en<br />

orden a asociarse con él en su mensaje y ministerio, quizás inicialmente,<br />

como discípulo de Juan. Esto sugiere de nuevo que la<br />

experiencia de Jesús en el Jordán durante su bautismo no fue<br />

tan decisiva o explícita como los sinópticos la presentan.<br />

Por otro lado, es cierto que Jesús creyó estar capacitado por<br />

el Espíritu para considerarse a sí mismo como Hijo de Dios. Estas<br />

convicciones debieron cristalizarse en un cierto punto en su<br />

vida. ¿Por qué unieron unánimemente las tradiciones este episodio<br />

a la vida de Jesús, sino hubieran tenido algún motivo para<br />

hacerlo y muchas razones en contra? Incluso, dado que dentro<br />

del Nuevo Testamento no existe prueba alguna de la tendencia<br />

posterior a describir el bautismo de Jesús como prototipo del<br />

hautisrno cristiano 110, en la asociación de la unción de Jesús<br />

108. M. DIB<strong>EL</strong>IUS, Tradition 274.<br />

109. La falta de coincidencia está implicada también (¿deliberadamente?)<br />

en Me 6, 14. Véase, además, J. D. G. DUNN, Baptism 25 y nota<br />

8.<br />

110. A. SCHWEITZER, The Mysticism 01 St Paul, ET A. & C. Black<br />

1931, 234; G. R. BEASLEy-MuRRAY, Baptism in the New Testament, Macmillan<br />

1963, 64; d. DUNN, Baptism 36. 99.

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