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Los Grandes Iniciados - Artículos del Escritor Laab Akaakad

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Edouard Schure – <strong>Los</strong> <strong>Grandes</strong> <strong>Iniciados</strong><br />

así su historia religiosa. Las religiones de la Asiria, Egipto, Judea y Grecia<br />

no se comprenden más que cuando se vislumbra su punto de unión con la<br />

antigua religión indoaria. Tomadas aparte, son otros tantos enigmas y<br />

charadas; vistas en conjunto y desde arriba, con una soberbia evolución<br />

donde se domina y se explica recíprocamente. En una palabra, la historia<br />

de una religión será siempre estrecha, supersticiosa y falsa; sólo hay verdad en<br />

la historia religiosa de la humanidad. Desde tal altura no se sienten más que<br />

las corrientes que dan la vuelta al globo. El pueblo egipcio, el más<br />

independiente y el más cerrado de todos a las influencias exteriores, no<br />

pudo substraerse a esta ley universal. Cinco mil años antes de nuestra era,<br />

la luz de Rama, encendida en el Irán, irradió sobre el Egipto y vino a ser<br />

la ley de Ammón-Rá, el dios solar de Thebas. Esa constitución le permitió<br />

desafiar tantas revoluciones. Menes fue el primer rey de justicia, el primer<br />

faraón ejecutor de aquella ley. Él se guardó bien de arrebatar al Egipto su<br />

antigua teología, que era la suya también, y no hizo más que confirmarla y<br />

ensancharla, añadiéndole una organización social nueva: el sacerdocio, es<br />

decir, la enseñanza, en un primer consejo; la justicia en otro; el gobierno en<br />

los dos; la monarquía concebida como <strong>del</strong>egada y sometida a su<br />

fiscalización; la independencia relativa de los nomos o municipalidades,<br />

como base de la sociedad. Es lo que podemos llamar el gobierno de los<br />

iniciados. Tenía por clave de bóveda una síntesis de las ciencias conocidas<br />

bajo el nombre de Osiris (O-Sir-Is), el señor intelectual. La gran pirámide<br />

es un símbolo y su gnomon matemático. El faraón que recibía su nombre de<br />

iniciación en el templo, que ejercía el arte sacerdotal y real sobre el trono,<br />

era, pues, un personaje bien distinto <strong>del</strong> déspota asirio, cuyo poder<br />

arbitrario estaba cimentado sobre el crimen y la sangre. El faraón era el<br />

iniciado coronado, o por lo menos, el discípulo y el instrumento de los<br />

iniciados. Durante siglos, los faraones defenderán, contra el Asia despótica<br />

y contra la Europa anárquica, la ley <strong>del</strong> Morueco, que representaba<br />

entonces los derechos de la justicia y <strong>del</strong> arbitraje internacional según<br />

enseñara Rama con su ejemplo.<br />

Hacia el año 2200 antes de Jesucristo, el Egipto sufrió la crisis más<br />

temible por que un pueblo puede atravesar: la de la invasión extranjera y de<br />

una semiconquista. La invasión fenicia era en sí misma la consecuencia <strong>del</strong><br />

gran cisma religioso en Asia, que había sublevado a las masas populares,<br />

sembrado la discordia en los templos. Conducida por los reyes pastores<br />

llamados Hicsos, esa invasión lanzó un diluvio sobre el Delta y el Egipto<br />

medio. <strong>Los</strong> reyes cismáticos traían consigo una civilización corrompida, la<br />

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