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Los Grandes Iniciados - Artículos del Escritor Laab Akaakad

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Edouard Schure – <strong>Los</strong> <strong>Grandes</strong> <strong>Iniciados</strong><br />

Nysumba lanzó un grito penetrante, y rodó sobre su cama, mordiendo la<br />

púrpura. Toda su juventud ficticia se había desvanecido, volviéndose vieja y<br />

arrugada. Krishna, dejándola con su cólera, salió.<br />

Perseguido noche y día por las palabras <strong>del</strong> anacoreta, el rey de Madura<br />

dijo a su conductor de carro:<br />

— Desde que el enemigo ha puesto el pie en mi palacio, no duermo ya en<br />

paz sobre mi trono. Un mago infernal llamado Vasichta, que vive en una<br />

profunda selva, ha venido a lanzarme su maldición. Desde entonces, no respiro:<br />

el anciano ha emponzoñado mis días. Pero contigo no temo nada, no le temo.<br />

Ven conmigo a la selva maldita. Un espía que conoce todos los senderos nos<br />

conducirá.<br />

“En cuanto lo veas, corre hacia él y hiérelo, sin darle tiempo a decirte<br />

una palabra o lanzarte una mirada. Cuando esté herido mortalmente, pregúntale<br />

dónde está el hijo de mi hermana Devaki, y cuál es su nombre. La paz de<br />

mi reino depende de este misterio”.<br />

— En verdad — respondió Krishna —, no he tenido miedo de Kalayeni ni<br />

de la serpiente de Kali. ¿Quién podría hacerme temblar ahora?. Por poderoso<br />

que sea ese hombre, sabré lo que te oculta.<br />

Disfrazados de cazadores, marchaban sobre un carro tirado por caballos<br />

fogosos; el espía que había explorado la selva iba detrás. Era el principio de<br />

la estación de lluvias. <strong>Los</strong> ríos se henchían, las plantas recubrían los caminos, y<br />

la línea blanca de las cigüeñas surcaba las brumas. Cuando se aproximaron al<br />

bosque sagrado, el horizonte se ensombreció, el sol se veló, la atmósfera se<br />

llenó de una niebla cobriza. Del cielo tempestuoso pendían nubes como<br />

trombas, sobre la cabellera asustada de los bosques.<br />

— ¿Por qué — dijo Krishna al rey — el cielo se ha oscurecido de repente,<br />

y la selva se pone negra?.<br />

— Lo sé — dijo el rey de Madura —; es Vasichta, el malvado solitario,<br />

que ensombrece el cielo y eriza contra mí el bosque maldito. Pero, Krishna,<br />

¿tienes miedo?.<br />

— Aunque el cielo cambie de aspecto y la tierra de color, nada temo.<br />

— Entonces, avanza.<br />

Krishna fustigó a los caballos, y el carro entró bajo la sombra espesa<br />

de las baobabs, corriendo algún tiempo con velocidad maravillosa. Pero la<br />

selva se volvía cada vez más salvaje y más terrible. <strong>Los</strong> relámpagos la<br />

iluminaron; el trueno retumbó.<br />

— Jamás — dijo Krishna — he visto el cielo tan negro ni retorcerse así los<br />

árboles. ¡Bien poderoso es tu mago!.<br />

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