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Los Grandes Iniciados - Artículos del Escritor Laab Akaakad

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Edouard Schure – <strong>Los</strong> <strong>Grandes</strong> <strong>Iniciados</strong><br />

“¡Oh aspirantes de los Misterios!, aquí estáis en el pórtico de<br />

Proserpina. Todo cuanto vais a ver va a sorprendcros. Sabréis que vuestra vida<br />

presente no es más que un tejido de sueños mentirosos y confusos. El sueño<br />

que os rodea de una zona de tinieblas, lleva vuestros ensueños y vuestros días<br />

en su flujo, como los restos flotantes que se desvanecen a la vista. Pero al otro<br />

lado, se extiende una zona de luz eterna. ¡Que Perséfona os sea propicia y os<br />

enseñe ella misma a franquear el río de las tinieblas y a penetrar hasta la<br />

Deméter celeste!”.<br />

Luego, la prophantida, o profetisa que dirigía el coro, desecendía tres<br />

escalones y profería esta maldición con voz solemne, con mirada terrible:<br />

“¡Pero desgraciados aquellos que vinieran a profanar los Misterios!. Porque la<br />

diosa perseguirá sus corazones perversos durante toda su vida y en el reino de<br />

las sombras no dejará su presa!”.<br />

En seguida transcurrían varios días dedicados a abluciones, ayunos,<br />

oraciones e instrucciones.<br />

En la noche <strong>del</strong> último día, los neófitos se reunían en la parte más<br />

secreta <strong>del</strong> bosque sagrado para asistir en él al rapto de Perséfona. La escena<br />

se representaba al aire libre por las sacerdotisas <strong>del</strong> templo. La costumbre se<br />

remontaba muy lejos y el fondo de aquella representación, la idea dominante,<br />

fue siempre la misma, aunque la forma variase mucho en el curso de las<br />

edades. En tiempo de Platón, gracias al desarrollo reciente de la tragedia, la<br />

antigua severidad hierática había cedido el puesto a un gusto más humano,<br />

más refinado, y a una tendencia pasional. Guiados por el hierofante, los poetas<br />

anónimos de Eleusis habían hecho de aquella escena un pequeño drama que se<br />

desarrollaba poco más o menos de este modo:<br />

(<strong>Los</strong> neófitos llegan de a dos, a un claro <strong>del</strong> bosque. En el fondo se<br />

ven rocas ante una gruta, rodeadas de un bosque de mirtos y de algunos<br />

álamos. Delante una pradera, donde hay ninfas recostadas alrededor de un<br />

manantial. En el fondo de la gruta, donde se ve a Perséfona sentada sobre<br />

un sitial. Desnuda hasta la cintura como una Psíquis, su busto esbelto<br />

emerge castamente de unos lienzos arrollados como un vapor azul a su talle.<br />

Parece dichosa, inconsciente de su belleza, y borda un amplio velo de hilos<br />

multicolores. Deméter, su madre, está en pie cerca de ella, tocada con el<br />

kalathos, cetro en mano).<br />

HERMES (el heraldo de los Misterios, a los concurrentes).<br />

— Demeter nos hace dos regalos excelentes: los frutos para que no<br />

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