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Los Grandes Iniciados - Artículos del Escritor Laab Akaakad

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Edouard Schure – <strong>Los</strong> <strong>Grandes</strong> <strong>Iniciados</strong><br />

almas en su manto de Luz”.<br />

La Mónada representa la esencia de Dios, la Dyada su facultad<br />

generadora y reproductiva. Ésta genera el mundo, florecimiento visible de<br />

Dios en el espacio y el tiempo. Más el mundo real es triple. Pues de igual<br />

modo que el hombre se compone de tres elementos distintos pero fundidos<br />

uno en otro, cuerpo, alma y espíritu; así el universo está dividido en tres<br />

esferas concéntricas: el mundo natural, el mundo humano y el mundo divino.<br />

La Triada o ley <strong>del</strong> ternario es, pues, la ley constituitiva de las cosas y la<br />

verdadera clave de la vida, desde la constitución fisiológica <strong>del</strong> cuerpo animal,<br />

en funcionamiento <strong>del</strong> sistema sanguíneo y <strong>del</strong> sistema cerebroespinal, hasta<br />

la constitución hiperfísica <strong>del</strong> hombre, <strong>del</strong> universo y de Dios. De este modo<br />

ella abre como por encanto al espíritu maravillado la estructura interna <strong>del</strong><br />

universo; ella muestra las correspondencias infinitas <strong>del</strong> macrocosmos y <strong>del</strong><br />

microcosmos. Ella obra como una luz que atraviesa las cosas para hacerlas<br />

transparentes, y hace brillar a los mundos pequeños y grandes como otras<br />

tantas linternas mágicas.<br />

Expliquemos esta ley por la correspondencia esencial <strong>del</strong> hombre y <strong>del</strong><br />

universo.<br />

Pitágoras admitía que el espíritu <strong>del</strong> hombre o el intelecto tienen de<br />

Dios su naturaleza inmortal, invisible, absolutamente activa. Porque el espíritu<br />

es lo que se mueve por sí mismo. Llamaba al cuerpo su parte mortal, divisible<br />

y pasiva. Pensaba él que lo que llamamos alma está estrechamente unido al<br />

espíritu, pero formado por un tercer elemento intermedio que proviene <strong>del</strong><br />

flúido cósmico. El alma se semeja, pues, a un cuerpo etéreo que el espíritu se<br />

teje y se construye a sí mismo. Sin ese cuerpo etéreo, el cuerpo material no<br />

podría ser animado, y sólo sería una masa inerte y sin vida. (Doctrina idéntica<br />

a la <strong>del</strong> iniciado San Pablo, que habla <strong>del</strong> cuerpo espiritual). El alma tiene<br />

una forma semejante a la <strong>del</strong> cuerpo que vivifica, y le sobrevive despué de la<br />

disolución o la muerte. Ella se vuelve entonces, según la expresión de<br />

Pitágoras repetida por Platón, el sutil vehículo que lleva al espíritu hacia las<br />

esferas divinas o le deja caer en las tenebrosas regiones de la materia, según<br />

que ella es más o menos buena o mala. Más la constitución y evolución <strong>del</strong><br />

hombre se repite en círculos que se agrandan sobre toda la escala de los seres<br />

y en todas las esferas. Al igual que la humana Psiquis lucha entre el espíritu<br />

que la atrae y el cuerpo que la retiene, así la humanidad evoluciona entre el<br />

mundo natural y animal, donde ella sumerge sus raíces terrestres y el mundo<br />

divino de los puros espíritus, donde está su manantial celeste y hacia el cual<br />

aspira a elevarse. Y lo que pasa en la humanidad pasa en todas las tierras y en<br />

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