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Los Grandes Iniciados - Artículos del Escritor Laab Akaakad

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Edouard Schure – <strong>Los</strong> <strong>Grandes</strong> <strong>Iniciados</strong><br />

vicisitudes de una historia agitada, llena de catástrofes, fi<strong>del</strong>idad que da a<br />

Israel su fisonomía única entre las naciones?. Se puede responder osadamente:<br />

a los profetas y a la institución <strong>del</strong> profetismo. Rigurosamente y por la<br />

tradición oral, esto remonta hasta Moisés. El pueblo hebreo ha tenido Nabíes<br />

en todas las épocas de su historia, hasta su dispersión. Pero la institución <strong>del</strong><br />

profetismo nos aparece, por la primera vez bajo una forma orgánica, en época<br />

de Samuel. Samuel fue quien fundó esas cofradías de Nibüm, esas escuelas de<br />

profetas frente a la monarquía naciente y a un sacerdocio ya degenerado. De<br />

ello hizo guardianes austeros de la tradición esotérica y <strong>del</strong> pensamiento<br />

religioso universal de Moisés, contra los reyes, en quienes debía predominar la<br />

idea política y el objetivo nacional. En aquellas cofradías se conservaron en<br />

efecto los restos de la ciencia de Moisés, la música sagrada con sus modos y<br />

sus poderes, la terapéutica oculta, en fin el arte de la adivinación que los<br />

grandes profetas desplegaron con una pujanza, una alteza y una abnegación<br />

magistrales.<br />

La adivinación ha existido bajo las formas y por los más diversos<br />

medios en todos los pueblos <strong>del</strong> antiguo ciclo. Pero el profetismo de Israel<br />

tiene una amplitud, una elevación, una autoridad que pertenece a la alta región<br />

intelectual y espiritual, en que el monoteísmo mantiene el alma humana. El<br />

profetismo presentado por los teólogos de la letra como la comunicación<br />

directa de un Dios personal, negado por la filosofía naturalista como una pura<br />

superstición, sólo es en realidad la manifestación superior de las leyes<br />

universales <strong>del</strong> Espíritu. “Las verdades generales que gobiernan al mundo,<br />

dice Ewald en su hermoso libro sobre los profetas, en otros términos los<br />

pensamientos de Dios son inmutables e inatacables, completamente<br />

independientes de las fluctuaciones de las cosas, de la voluntad y de la acción<br />

de los hombres. El hombre es llamado originalmente a participar de ellos, a<br />

comprenderlos y traducirlos libremente en actos. Por ahí alcanza su propio, su<br />

verdadero destino. Pero para que el Verbo <strong>del</strong> Espíritu penetre en el hombre<br />

de carne, es preciso que el hombre sea sacudido hasta el fondo por las grandes<br />

conmociones de la historia. Entonces la verdad eterna brota como un reguero<br />

de luz. Por esto se dice tan frecuentemente en el Antiguo Testamento, que<br />

Javeh es un Dios vivo. Cuando el hombre escucha la divina voz, una nueva<br />

vida se edifica en él, en la cual ya no se siente solo, sino en comunión con<br />

Dios y con todas las verdades, y en la cual se encuentra presto a ir de una<br />

verdad a la otra, hasta el infinito. En esa nueva vida, su pensamiento se<br />

identifica con la voluntad universal. Tiene la visión clara <strong>del</strong> tiempo presente<br />

y la fe plena en el éxito final de la idea divina. El hombre que siente esto es<br />

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