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Los Grandes Iniciados - Artículos del Escritor Laab Akaakad

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Edouard Schure – <strong>Los</strong> <strong>Grandes</strong> <strong>Iniciados</strong><br />

proporcionada a la intensidad de la voluntad que las produce. Y en verdad, no<br />

hay otro medio de explicar la sugestión y la transmisión <strong>del</strong> pensamiento a<br />

distancia: ese principio de la magia que hoy consta y es reconocido por la<br />

ciencia. (Véase el boletín de la Sociedad de Psicología fisiológica, presidida<br />

por Mr. Charcot, 1885. Véase, sobre todo, el hermoso libro de Mr.<br />

Ochorowicz, De la Sugestion mentale, París, 1887). De este modo, el pasado<br />

de los mundos tiembla en la luz astral en imágenes inciertas y el porvenir se<br />

pasea en ella con las almas vivientes que el ineludible destino fuerza a<br />

descender a la carne. He aquí el sentido <strong>del</strong> velo de Isis y <strong>del</strong> manto de<br />

Cibeles, en el que están tejidos todos los seres.<br />

Se ve ahora que la doctrina teosófica de la luz astral es idéntica a la<br />

doctrina secreta <strong>del</strong> verbo solar en las regiones <strong>del</strong> Oriente y de la Grecia. Se<br />

ve también cómo esta doctrina se liga a la de la adivinación. La luz astral se<br />

revela en ella como el médium universal de los fenómenos de visión y de<br />

éxtasis, y los explica. Ella es a la vez el vehículo que transmite los<br />

movimientos <strong>del</strong> pensamiento, y el espejo viviente donde el alma contempla<br />

las imágenes <strong>del</strong> mundo material y espiritual. Una vez transportado a aquel<br />

elemento, el espíritu <strong>del</strong> vidente sale de las condiciones corporales. La medida<br />

<strong>del</strong> tiempo y <strong>del</strong> espacio cambia para él. Él participa en algún modo de la<br />

ubicuidad <strong>del</strong> flúido universal. La materia opaca se vuelve para él<br />

transparente; y el alma, desagregándose <strong>del</strong> cuerpo, elevándose en su propia<br />

luz, llega por el éxtasis a penetrar en el mundo espiritual, a ver las almas<br />

revestidas de sus cuerpos etéreos y a comunicar con ellas. Todos los antiguos<br />

iniciados tenían la idea neta de esta segunda vista, o vista directa <strong>del</strong> espíritu.<br />

Testigo Esquilo, que hace decir a la sombra de Clytemnestra: “Mira esas<br />

heridas, tu espíritu cuando se duerme, tiene ojos más penetrantes; a la luz <strong>del</strong><br />

día, los mortales no abarcan un vasto campo con su vista”.<br />

Agreguemos que esa teoría de la clarividencia y <strong>del</strong> éxtasis se armoniza<br />

perfectamente con las numerosas experiencias científicas practicadas por<br />

sabios y médicos de este siglo sobre sonámbulos lúcidos y clarividentes de<br />

todas clases.<br />

(Hay sobre esta materia una literatura abundante, de valor muy<br />

desigual, en Francia, Alemania e Inglaterra. Citaremos dos obras en que<br />

esas cuestiones son tratadas científicamente por hombres dignos de fe).<br />

(1a. Letters on animal magnetism, de William Gregory; Londres,<br />

1850. — Gregory era profesor de química en la Universidad de Edimburgo.<br />

Su libro es un estudio profundo de los fenómenos <strong>del</strong> magnetismo animal,<br />

desde la sugestión hasta la visión a distancia y la clarividencia lúcida, sobre<br />

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