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Los Grandes Iniciados - Artículos del Escritor Laab Akaakad

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Edouard Schure – <strong>Los</strong> <strong>Grandes</strong> <strong>Iniciados</strong><br />

y de la directa comunión con las fuerzas de la naturaleza y las potestades<br />

cósmicas. De otro, el activo desenvolvimiento de la razón y de la inteligecia, a<br />

que sigue la conquista material <strong>del</strong> mundo por el hombre.<br />

En los centros de iniciación, en los lugares donde se emiten los<br />

oráculos, una selección continúa sin embargo cultivando la clarividencia y de<br />

allí emanan todos los movimientos religiosos y todas las grandes impulsiones<br />

civilizadoras.<br />

Pero la clarividencia y las facultades de adivinación disminuyen entre la<br />

gran masa humana. Esta transformación espiritual e intelectual <strong>del</strong> hombre,<br />

más atraído cada vez hacia el plano físico, corresponde a una paralela<br />

transformación de su organismo. Cuanto más remontamos el prehistórico<br />

pasado, más fluida y leve es su envoltura. Luego la solidifica.<br />

Simultáneamente el cuerpo etéreo, que sobrepasaba antes el cuerpo físico, es<br />

absorbido por éste paulatinamente hasta convertirlo en su duplicación exacta.<br />

Su cuerpo astral, su aura radiosa, que antaño se proyectaba a lo lejos como una<br />

atmósfera sirviendo a sus percepciones hiperfísicas, a su relación con los<br />

Dioses, se concentra también en torno de su cuerpo hasta no constituir más<br />

que un cerco nímbeo, que su vida satura y sus pasiones colorean.<br />

Esta transformación comprende millares y millares de años. Se prolonga<br />

hacia la segunda mitad <strong>del</strong> periodo atlante y todas las civilizaciones de Asia,<br />

<strong>del</strong> Norte de África y de Europa, de las que emanaron indos, persas, caldeos,<br />

egipcios, griegos y pueblos norteños de Europa.<br />

Esta involución de las fuerzas cósmicas en el hombre físico era<br />

indispensable para su complemento y su intelectual perfección. Grecia repre-<br />

senta el postrero estadio de este descenso <strong>del</strong> Espíritu en la materia. En ella la<br />

fusión es perfecta. Sintetiza una expansión maravillosa de la belleza física en<br />

un equilibrio intelectual.<br />

Pero este templo diáfano, habitado por hombres semi-divinos, se yergue<br />

al borde de un principio donde pululan los monstruos <strong>del</strong> Tártaro. Momento<br />

crítico. Como nada se detiene y es forzoso avanzar o retroceder, la humanidad<br />

no podía menos, al llegar a este punto, de hundirse en la depravación y en la<br />

bestialidad, o remontar hacia las cimas <strong>del</strong> Espíritu con redoblada conciencia.<br />

La decadencia griega y, sobre todo, la orgía imperial de Roma presenta<br />

el espectáculo, a la vez repugnante y grandioso, de este precipitar <strong>del</strong> hombre<br />

antiguo en el libertinaje y en la crueldad, término fatal de todos los grandes<br />

movimientos de la historia. (Véase la descripción que doy al comienzo de la<br />

Vida de Jesús).<br />

“Grecia — dice Rodolfo Steiner — realizó su obra dejando tupir<br />

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