09.05.2013 Views

Los Grandes Iniciados - Artículos del Escritor Laab Akaakad

Los Grandes Iniciados - Artículos del Escritor Laab Akaakad

Los Grandes Iniciados - Artículos del Escritor Laab Akaakad

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

Edouard Schure – <strong>Los</strong> <strong>Grandes</strong> <strong>Iniciados</strong><br />

también la vida de los pueblos. En vosotros está el retrasar la fatal hora, en<br />

vosotros hacer brillar a Grecia, en vosotros hacer irradiar en ella el verbo de<br />

Apolo. <strong>Los</strong> pueblos son lo que les hacen ser sus Dioses; pero los Dioses sólo<br />

se revelan a quienes a ellos recurren. ¿Qué es Apolo?. El Verbo <strong>del</strong> Dios único<br />

que se manifiesta eternamente en el mundo. La Verdad es el alma de Dios, su<br />

cuerpo es la luz. <strong>Los</strong> sabios, los videntes, los profetas la ven sólo, los hombres<br />

no ven más que su sombra. <strong>Los</strong> espíritus glorificados que llamamos héroes y<br />

semidioses, habitan en aquella luz, en legiones, en esferas innumerables. Ése<br />

es el verdadero cuerpo de Apolo, el sol de los iniciados, y sin sus rayos nada<br />

grande se hace sobre la tierra. Como el imán atrae al hierro, así por nuestros<br />

pensamientos, por nuestras oraciones, por nuestros actos, atraemos la<br />

inspiración divina. ¡Transmitid a Grecia el verbo de Apolo, y Grecia<br />

resplandecerá con luz inmortal!”.<br />

Por medio de tales discursos, Pitágoras logró devolver a los sacerdotes<br />

de Delfos la conciencia de su misión. Teoclea absorbía sus ideas con pasión<br />

silenciosa y concentrada. Ella se transformaba a la vista bajo el pensamiento y<br />

la voluntad <strong>del</strong> maestro, como bajo un lento encanto. En pie, en medio de los<br />

ancianos asombrados, deshacía su negra cabellera y la separaba de su frente<br />

como si en ella sintiera correr el fuego. Ya sus ojos, abiertos y transfigurados,<br />

parecían contemplar a los genios solares y planetarios, en sus orbes<br />

espléndidos y su intensa radiación.<br />

Un día cayó por sí misma en un sueño profundo y lúcido. <strong>Los</strong> cinco<br />

profetas la rodearon, pero permació insensible a su voz y a su tacto. Pitágoras<br />

se aproximó a ella y la dijo: “Levántate y ve adonde mi pensamiento te envié.<br />

Porque ahoras eres la Pitonisa”.<br />

A la voz <strong>del</strong> maestro, un estremecimiento recorrió todo su cuerpo y la<br />

levantó en una larga vibración. Sus ojos estaban cerrados; ella veía<br />

interiormete.<br />

— ¿Dónde estás?. — Preguntó Pitágoras.<br />

— Subo..., subo continuamente.<br />

— ¿Y ahora?.<br />

— Nado en la luz de Orfeo.<br />

— ¿Qué ves en el porvenir?.<br />

— <strong>Grandes</strong> guerras..., hombres de bronce, victorias... Apolo vuelve a<br />

habitar en su santuario, y yo seré su voz... Pero tú, su mensajero, ¡Oh,<br />

desgracia!, vas a dejarme... y llevarás su luz a Italia.<br />

La vidente habló largo tiempo con los ojos cerrados, con su voz<br />

musical, jadeante, rítmica; luego, de repente en un sollozo, cayó como muerta.<br />

233

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!