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Los Grandes Iniciados - Artículos del Escritor Laab Akaakad

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Edouard Schure – <strong>Los</strong> <strong>Grandes</strong> <strong>Iniciados</strong><br />

yona después de su muerte, la inmensa multitud, de almas entenebrecidas por<br />

los vahos de la carne, difícilmente volverían, sin abandonar apenas de una<br />

encarnación a otra la región de Horeb.<br />

El tránsito de Cristo por los limbos crepusculares, abrió una brecha<br />

perdurando en circuitos luminosos y franqueando de nuevo a las almas<br />

perdidas, como las <strong>del</strong> segundo círculo <strong>del</strong> Infierno <strong>del</strong> Dante, las rutas<br />

celestes.<br />

Así alumbraría la misión de Cristo, ampliando los límites de la vida<br />

después de la muerte como ampliara y alumbrara la vida sobre la tierra.<br />

Pero lo esencial de su misión consiste en llevar la certeza de la<br />

resurrección espiritual en el corazón de los apóstoles que debían divulgar su<br />

pensamiento por el mundo. Después de resucitar por sí mismo debía resucitar<br />

en ellos y por ellos para que este hecho planeara sobre toda la historia futura.<br />

La resurrección de Cristo debía ser la prenda de la resurrección de las almas<br />

en esta vida como de su fe en la otra.<br />

Por ello no bastaba que Cristo se manifestara a los suyos en visión astral<br />

durante el profundo sueño. Necesitaba mostrarse durante la vigilia, en el plano<br />

físico, y que la resurrección tuviera para ellos, en cierto aspecto, una<br />

apariencia material.<br />

Y tal fenómeno, aunque difícil para otros, podía fácilmente realizarlo<br />

Cristo, porque el cuerpo etéreo de los grandes Adeptos — y el de Cristo debía<br />

poseer una vitalidad particularmente sutil e intensa — se conserva durante<br />

mucho tiempo después de acaecida su muerte, perdurando en la materia una<br />

porción de su influjo. Basta que el Espíritu la anime para en determinadas<br />

condiciones hacerla visible.<br />

La fe en la resurrección no nace bruscamente en los apóstoles, sino que<br />

debía insinuarse en ellos como una voz que persuade por el acento <strong>del</strong><br />

corazón, como un soplo de vida que se comunica. Se posesiona de su alma<br />

como avanza paulatinamente el día, transcurrida la profunda noche.<br />

Tal es el alba clara que se alza sobre la grisácea Palestina. Escalónanse<br />

las apariciones de Cristo para surtir efectos crecientes. Leves al principio y<br />

fugitivas como sombras, aumentan luego en radiación y fuerza.<br />

Pero ¿Cómo ha desaparecido el cuerpo de Jesús?. ¿Lo ha consumido el<br />

Fuego Original bajo el aliento de las Potestades como el de Zoroastro, de<br />

Moisés y Elias y tembló por ello la tierra, la guardia derribada, como describe<br />

el Evangelista?. ¿O bien, sutilizado, espiritualizado hasta el punto de<br />

despojarse de toda partícula material fundióse entre los elementos como un<br />

perfume en el agua, como un bálsamo en el aire?. Sea lo que fuere, mediante<br />

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