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Los Grandes Iniciados - Artículos del Escritor Laab Akaakad

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Edouard Schure – <strong>Los</strong> <strong>Grandes</strong> <strong>Iniciados</strong><br />

sido los inventores <strong>del</strong> Génesis y que no hayan trabajado sobre un documento<br />

anterior quizá mal comprendido. De que el Pentateuco nos dé un relato<br />

legendario de la vida de Moisés, no se deduce tampoco que no contenga nada<br />

de verdad. Moisés se convierte en un ser viviente, toda su prodigiosa carrera<br />

se explica, cuando se comienza por colocarle en su medio natal, el templo<br />

solar de Memphis. En fin, las profundidades mismas <strong>del</strong> Génesis sólo se<br />

disipan a la luz de las antorchas que nos dan las iniciaciones de Isis y Osiris.<br />

Una religión no se constituye sin un iniciador. <strong>Los</strong> Jueces, los<br />

Profetas, toda la historia de Israel, prueban que existió Moisés; Jesús mismo<br />

no se concibe sin él. El Génesis contiene la esencia de la tradición mosaica y<br />

cualesquiera que sean las transformaciones que haya sufrido, la venerable<br />

momia debe contener, bajo el polvo de los siglos y los vendajes sacerdotales,<br />

la idea madre, el pensamiento vivo, el testamento <strong>del</strong> profeta de Israel.<br />

Israel gravita alrededor de Moisés tan seguramente, tan fatalmente,<br />

como la tierra gira alrededor <strong>del</strong> sol. Pero dicho esto, otra cosa distinta es el<br />

saber cuáles fueron las ideas madres <strong>del</strong> Génesis, lo que Moisés ha querido<br />

legar a la posteridad en aquel testamento secreto <strong>del</strong> Sepher Bereshit. El<br />

problema sólo puede ser resuelto desde el punto de vista esotérico y se<br />

plantea de este modo. En su cualidad de iniciado egipcio, la intelectualidad de<br />

Moisés debía hallarse a la altura de la ciencia egipcia, que admitía, como la<br />

nuestra, la inmutabilidad de las leyes <strong>del</strong> universo, el desarrollo de los mundos<br />

por evolución gradual, y que tenía además sobre el alma y la naturaleza<br />

invisible, nociones extensas, precisas, razonadas. Si tal fue la ciencia de<br />

Moisés — ¿Y cómo no la hubiera tenido el sacerdote de Osiris?. — ¿Cómo<br />

conciliarlo con las ideas infantiles <strong>del</strong> Génesis sobre la creación <strong>del</strong> mundo y<br />

sobre el origen <strong>del</strong> hombre?. Esta historia de la creación que tomada a la letra<br />

hace sonreír a cualquier estudiante de nuestros días, ¿no ocultará un profundo<br />

sentido simbólico y no habrá alguna clave para descifrarla?. ¿Cuál es aquel<br />

sentido?. ¿Dónde encontrar esta clave?.<br />

Esta clave se encuentra: 1, en el simbolismo egipcio; 2, en el de todas<br />

las religiones <strong>del</strong> antiguo ciclo; 3, en la síntesis de la doctrina de los iniciados<br />

tal como resulta de la comparación de la enseñanza esotérica, desde la India<br />

védica hasta los iniciados cristianos de los primeros siglos.<br />

<strong>Los</strong> sacerdotes de Egipto, nos dicen los autores griegos, tenían tres<br />

maneras de expresar su pensamiento. “La primera era clara y sencilla, la<br />

segunda simbólica y figurada, la tercera sagrada y jeroglífica. La misma<br />

palabra tomaba, según convenía, el sentido propio, figurado o trascendente.<br />

Tal era el genio de su lengua. Heráclito ha explicado perfectamente esa<br />

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