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Los Grandes Iniciados - Artículos del Escritor Laab Akaakad

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Edouard Schure – <strong>Los</strong> <strong>Grandes</strong> <strong>Iniciados</strong><br />

sólo las estatuas le ven pasar. Una nube sombría se forma en el fondo <strong>del</strong><br />

desfiladero; el trueno retumba y el rayo fulgura sobre los invasores. Dos rocas<br />

enormes quedan encima <strong>del</strong> Parnaso y aplastan a un gran número de persas.<br />

(“Aún se las ve en el cercado de Minerva”, dice Heredoto, VIII, 39. — La<br />

invasión de los galos que tuvo lugar 200 años más tarde, fue rechazada de<br />

análoga manera. Entonces también se formó una tempestad, el rayo cayó<br />

varias veces sobre los galos; el suelo tiembla bajo sus pies: ven apariciones<br />

sobrenaturales; y el templo de Apolo se salva. Esos hechos parecen probar<br />

que los sacerdotes de Delfos poseían la ciencia <strong>del</strong> fuego cósmico y sabían<br />

manejar la electricidad por los poderes ocultos, como los magos caldeos. —<br />

Véase Amadeo Thierry, Histoire des Galouis, I, 246). Al mismo tiempo salen<br />

clamores <strong>del</strong> templo de Minerva, y las llamas brotan <strong>del</strong> suelo, bajo los pasos<br />

de los asaltantes. Ante aquellos prodigios, los bárbaros espantados retroceden;<br />

su ejército huye aterrorizado. El Dios se ha defendido por sí mismo.<br />

¿Hubieran ocurrido esas maravillas, esas victorias, que la humanidad<br />

cuenta como suyas; hubieran tenido lugar, si treinta años antes Pitágoras no<br />

hubiera aparecido en el santuario délfico, para en él encender de nuevo el<br />

fuego sagrado?. ¿Podemos dudarlo?.<br />

Unas palabras más sobre la influencia <strong>del</strong> maestro en la filosofía. Antes<br />

de él había físicos de un lado, moralistas <strong>del</strong> otro; Pitágoras hizo entrar la<br />

moral, la ciencia y la religión en su vasta síntesis. Esta síntesis no es otra cosa<br />

que la doctrina esotérica que hemos tratado de volver a encontrar en plena luz<br />

en el fondo mismo de la iniciación pitagórica. El filósofo de Crotona no fue el<br />

inventor, sino el ordenador luminoso de esas verdades primordiales en el<br />

orden científico. Hemos elegido su sistema como el cuadro más favorable para<br />

una exposición completa de la doctrina de los Misterios y de la verdadera<br />

Teosofía.<br />

<strong>Los</strong> que no han seguido al maestro con nosotros, habrán comprendido<br />

que en el fondo de esta doctrina brilla el sol de la Verdad-Una. De ellas se ven<br />

los esparcidos rayos en las filosofías y las religiones; pero su centro allí está.<br />

¿Qué es preciso para llegar a él?. La observación y el razonamiento no bastan.<br />

Se precisa además, y sobre todo, la intuición. Pitágoras fue un adepto, un<br />

iniciado de primer orden. Poseyó la vista directa <strong>del</strong> espíritu, la clave de las<br />

ciencias ocultas y <strong>del</strong> mundo espiritual. Tomaba sus materiales en el manantial<br />

primero de la Verdad. Y como a esas facultades trascendentales <strong>del</strong> alma<br />

intelectual y espiritualizada unía la observación minuciosa de la naturaleza<br />

física y la clasificación magistral de las ideas por su alta razón, nadie mejor<br />

que él para construir el edificio de la ciencia <strong>del</strong> Kosmos.<br />

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