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Los Grandes Iniciados - Artículos del Escritor Laab Akaakad

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Edouard Schure – <strong>Los</strong> <strong>Grandes</strong> <strong>Iniciados</strong><br />

<strong>del</strong> divino éter. Se reviste con un cuerpo material y entra en el círculo de las<br />

generaciones; y sus encarnaciones no son una, sino ciento, mil, en cuerpos cada<br />

vez más groseros según los astros donde habita.<br />

Desciende de mundo en mundo..., desciende y olvida... Un velo negro<br />

cubre su ojo interno; sumergida la divina conciencia, oscurecido el recuerdo<br />

<strong>del</strong> cielo en el espeso tejido de la materia. Pálida como perdida esperanza,<br />

luce en ella una débil reminiscencia de su antigua felicidad. De esta chispa<br />

tendrá que renacer y regenerarse.<br />

Sí, Aisha vive aún en esa pareja desnuda que yace sin defensa sobre<br />

una tierra salvaje, bajo un cielo enemigo donde retumba el trueno. ¿Cuál es<br />

el paraíso perdido? — La inmensidad <strong>del</strong> cielo velado, detrás y ante ella.<br />

Moisés contempla así las generaciones de Adam en el universo. (En la<br />

versión samaritana de la Biblia, al nombre de Adam está unido el epíteto<br />

universal, infinito. Es, pues, <strong>del</strong> género humano de lo que se trata, <strong>del</strong> reino<br />

hominal en todos los ciclos). Considera en seguida el destino <strong>del</strong> hombre<br />

sobre la tierra y ve los ciclos pasados y el presente. En el Aisha terrestre, en<br />

el alma de la humanidad, la conciencia de Dios había brillado en otro tiempo<br />

con el fuego de Agni, en el país de Kush, en las vertientes <strong>del</strong> Himalaya.<br />

Pero está ya próxima a extinguirse en la idolatría, bajo la tiranía asiria,<br />

entre los pueblos disociados y los dioses que se entre devoran. Moisés se jura<br />

a sí mismo el despertarla estableciendo el culto de Aelohim.<br />

La humanidad colectiva, así como el hombre individual, debieran ser<br />

la imagen de Ievé. ¿Pero dónde encontrar el pueblo que la encarne y que<br />

sea el Verbo viviente de la humanidad?.<br />

Entonces Moisés, habiendo concebido su Libro y su Obra, habiendo<br />

sondeado las tinieblas <strong>del</strong> alma humana, declara la guerra a la Eva terrestre,<br />

a la naturaleza débil y corrompida. Para combatirla y levantarla de nuevo,<br />

invoca al Espíritu, al Fuego original y todopoderoso, Ievé, a cuya fuente acaba<br />

de remontarse. Siente que sus efluvios le abrasan y le templan como el acero.<br />

Su nombre es Voluntad.<br />

Y en el silencio negro de la cripta, Moisés oye una voz que sale de las<br />

profundidades de su conciencia, vibra como una luz y dice: “Ve a la montaña<br />

de Dios, hacia Horeb”.<br />

* (El verdadero restaurador de la cosmogonía de Moisés es un<br />

hombre de genio hoy casi olvidado, a quien Francia hará justicia el día<br />

en que la ciencia esotérica, que es la ciencia integral y religiosa, quede<br />

reedificada sobre bases indestructibles. — Fabre d’Olivet no podía ser<br />

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