09.05.2013 Views

Los Grandes Iniciados - Artículos del Escritor Laab Akaakad

Los Grandes Iniciados - Artículos del Escritor Laab Akaakad

Los Grandes Iniciados - Artículos del Escritor Laab Akaakad

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

Edouard Schure – <strong>Los</strong> <strong>Grandes</strong> <strong>Iniciados</strong><br />

desierto, ante la montaña consagrada a Aelohim por todos los semitas, donde<br />

había tenido su revelación. Allí donde el Genio se había apoderado <strong>del</strong><br />

profeta, el profeta quiso apoderarse de su pueblo e imprimirle en la frente el<br />

sello de Ievé: los diez mandamientos, poderoso resumen de la ley moral y<br />

complemento de la verdad trascendente encerrada en el libro hermético <strong>del</strong><br />

arca.<br />

Nada más trágico que aquel primer diálogo entre el profeta y su pueblo.<br />

Allí ocurrieron escenas extrañas, sangrientas, terribles, que dejaron como la<br />

huella de un hierro al rojo en la carne mortificada de Israel. Bajo las<br />

amplificaciones de la leyenda bíblica, se adivina la verdad posible de los<br />

hechos.<br />

<strong>Los</strong> hombres escogidos de las tribus están acampados en la meseta de<br />

Pharán, a la entrada de una garganta abrupta que conduce a las rocas <strong>del</strong><br />

Serbal. La cabeza amenazadora <strong>del</strong> Sinaí domina aquel terreno pedregoso,<br />

volcánico. Ante toda la asamblea, Moisés anuncia solemnemente que va a<br />

ir a la montaña para consultar a Aelohim y que traerá la ley escrita sobre<br />

una tabla de piedra. Ordena al pueblo que vele y ayune, que le espere en la<br />

castidad y la oración. Deja el arca portátil, cubierta por la tienda <strong>del</strong><br />

tabernáculo, bajo la guarda de los setenta Ancianos. Luego desaparece por el<br />

desfiladero, no llevando consigo más que a su fiel discípulo Josué.<br />

Pasan días; Moisés no vuelve. El pueblo se inquieta al pronto, luego<br />

murmura: “¿Por qué habernos traído a este horrible desierto y habernos<br />

expuesto a las flechas de los Amalecitas?. Moisés nos ha prometido<br />

conducirnos al país de Canaán donde fluye la leche y la miel, y he aquí que<br />

morimos en el desierto. Más valía la servidumbre en Egipto que esta vida<br />

miserable. ¡Ojalá tuviésemos aún los platos de carne que comíamos allá!. Si el<br />

Dios de Moisés es el verdadero Dios, que lo pruebe, que todos sus enemigos<br />

queden dispersados y que entremos en el acto en el país de promisión”. Esos<br />

murmullos engruesan; los Israelitas se amotinan y los jefes toman parte en la<br />

revuelta.<br />

Y he aquí que viene un grupo de mujeres que cuchichean y murmuran<br />

entre sí. Son las hijas de Moab, de piel negra, cuerpos flexibles, formas<br />

opulentas, concubinas o siervas de algunos jefes Edomitas asociados a Israel.<br />

Recuerdan ellas haber sido sacerdotisas de Astaroth y haber celebrado las<br />

orgías de la diosa en los bosques sagrados <strong>del</strong> país natal. Ellas sienten que ha<br />

llegado la hora de reconquistar su imperio. Vienen adornadas con oro y<br />

trajes vistosos, con la sonrisa en los labios, como una multitud de hermosas<br />

serpientes que salieran de tierra haciendo lucir al sol sus formas ondulantes<br />

163

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!