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Los Grandes Iniciados - Artículos del Escritor Laab Akaakad

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Edouard Schure – <strong>Los</strong> <strong>Grandes</strong> <strong>Iniciados</strong><br />

verdad sobre la eliminación <strong>del</strong> sufrimiento: supresión <strong>del</strong> ansia por la<br />

destrucción <strong>del</strong> deseo, apartándolo, desligándolo de él sin dejarle ya lugar.<br />

Ésta es, ¡Oh monjes!, la santa verdad sobre la extinción <strong>del</strong> dolor”.<br />

Cuando Sakia-Muni se halló en posesión de las cuatro verdades<br />

esenciales, a saber:<br />

1º el sufrimiento;<br />

2º el origen <strong>del</strong> sufrimiento;<br />

3º la eliminación <strong>del</strong> sufrimiento;<br />

4º el camino de la eliminación, declaró que en el mundo de Brahma y de<br />

Mara, entre todos los seres, comprendidos brahmanes y ascetas, hombres y<br />

dioses, había alcanzado la felicidad perfecta y la suprema dignidad de Buda.<br />

Toda la obra <strong>del</strong> reformador indo, toda su predicación, el budismo todo<br />

con su literatura sacra y profana, no son otra cosa que un perpetuo comentario,<br />

bajo mil variaciones, <strong>del</strong> Sermón de Benarés.<br />

Esta doctrina tiene una característica exclusiva y rigurosamente moral.<br />

Es de una imperiosa dulzura y de una bienaventurada desesperanza. Cultiva el<br />

fanatismo <strong>del</strong> reposo. Diríase que es una conjuración pacifista para conducir el<br />

mundo a su fin. Ni metafísica ni cosmogonía, ni mitología, ni plegaria, ni<br />

culto. Nada más que la meditación moral. Su preocupación única consiste en<br />

poner fin al dolor y alcanzar el Nirvana. Buda se desliga de todo y de todos.<br />

Desconfía de los dioses, porque estos desgraciados han creado el mundo.<br />

Desconfía de la vida terrestre, porque es la matriz de la reencarnación.<br />

Desconfía <strong>del</strong> más allá, porque a pesar de todo aún impera la vida y, por lo<br />

tanto, el sufrimiento. Desconfía <strong>del</strong> alma, porque está devorada por la sed<br />

inextinguible de inmortalidad. La otra vida es, a sus ojos, una nueva forma de<br />

seducción, una voluptuosidad espiritual. Él sabe, por medio de sus éxtasis, que<br />

dicha vida existe, pero no quiere hablar de ella. Fuera demasiado peligroso.<br />

Sus discípulos le asedian a preguntas a este respecto, pero él permanece<br />

inflexible. “¿Continúa el alma viviendo después de la muerte?”, clamaban a<br />

coro; pero él no responde. “¿Muere acaso?”. El maestro permanece callado.<br />

Al preguntarle Ananda, el discípulo favorito, la razón de su silencio,<br />

hallándose solos, respondióle Buda: “Fuera dañoso a la moral responder en<br />

uno o en otro sentido” y guardó el secreto.<br />

Un monje razonador, más astuto que los otros, aborda un día al Maestro<br />

con un argumento incisivo y terrible: “Oh Bienaventurado, le dice. Tú<br />

pretendes que el alma no es más que un compuesto de sensaciones viles y<br />

efímeras. Si es así, ¿Cómo el no-yó influye en el yo que transmigra de<br />

encarnación en encarnación?”. El Buda debió indudablemente hallar<br />

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