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Los Grandes Iniciados - Artículos del Escritor Laab Akaakad

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Edouard Schure – <strong>Los</strong> <strong>Grandes</strong> <strong>Iniciados</strong><br />

sobre la tierra, fecundándola con sus rayos y revistiéndola con su manto de<br />

verdura. Cristo, devenido regente de estas potestades espirituales, podría<br />

titularse Arcángel solar. Cobijado por ellas permaneció mucho tiempo<br />

ignorado por los hombres bajo su velo de luz.<br />

La tierra ingente sufrió el influjo de otro Dios cuyas legiones se<br />

hallaban entonces centralizadas en el planeta Venus. Esta potestad cósmica se<br />

llamó Lucifer, o Arcángel rebelde por la tradición judeocristiana, que precipitó<br />

el avance <strong>del</strong> alma humana en la conquista de la materia, identificando el yo<br />

con lo más denso de su envoltura. A causa de ello fue el causante indirecto <strong>del</strong><br />

mal, pero también el impulsor de la pasión y <strong>del</strong> entusiasmo, esta divina<br />

fulguración en el hombre al través de los tumultos de la sangre. Sin él<br />

careceríamos de razón y de libertad y le faltaría al espíritu el trampolín para<br />

rebotar hacia los astros.<br />

La influencia de los espíritus luciferianos predomina durante el período<br />

lemuriano y atlante, pero desde el comienzo <strong>del</strong> período ario se hace patente la<br />

influencia espiritual que emana <strong>del</strong> aura solar, que se acrecienta de período en<br />

período, de raza en raza, de religión en religión. Así, paulatinamente, Cristo se<br />

acerca al mundo terrestre por medio de una radiación progresiva.<br />

Esta lenta y profunda incubación semeja, en el plano espiritual, lo que<br />

en el plano físico fuera la aparición de un astro advenido de lo profundo <strong>del</strong><br />

cielo <strong>del</strong> que percibiríase, a medida de su acercamiento, el progresado<br />

aumento de su disco.<br />

Indra, Osiris, Apolo, se elevan sobre la India, Egipto y Grecia como<br />

precursores de Cristo. Luce al través de estos Dioses solares como blanca<br />

lumbre tras los vitrales rojos, amarillos o azules de las catedrales. Aparece<br />

periódicamente a los contados iniciados como de vez en cuando sobre el Nilo,<br />

formando los róseos resplandores <strong>del</strong> sol poniente que se prolongan hasta el<br />

cénit, declina una lejana estrella. Ya resplandece para la aguda visión de<br />

Zoroastro bajo la figura de Ahura-Mazda como un Dios revestido con el<br />

esplendor <strong>del</strong> sol. Llamea para Moisés en la zarza ardiente, y fulgura,<br />

semejante al rayo, a través de todos los Elohim en medio de los relámpagos<br />

<strong>del</strong> Sinaí. Helo aquí convertido en Adonai, el Señor, anunciando asi su<br />

próxima venida.<br />

Pero esto no era bastante. Para arrancar a la humanidad de la opresión<br />

de la materia en la que se hallaba sumergida desde su descenso, faltaba que<br />

este Espíritu sublime encarnara en un hombre, que precisaba que el Verbo<br />

solar descendiera en cuerpo humano, que se le viera andar y respirar sobre la<br />

tierra.<br />

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