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Los Grandes Iniciados - Artículos del Escritor Laab Akaakad

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Edouard Schure – <strong>Los</strong> <strong>Grandes</strong> <strong>Iniciados</strong><br />

VII<br />

EL TRIUNFO Y LA MUERTE<br />

Después de haber instruido a sus discípulos en el monte Meru, Krishna<br />

fue con ellos a las orillas <strong>del</strong> Djamuna y <strong>del</strong> Ganges, para convertir al pueblo.<br />

Entraba en las cabañas y se detenía en las poblaciones. Al atardecer, en los<br />

alrededores de las aldeas, la multitud se agrupaba a su alrededor. Lo que<br />

predicaba ante todo el pueblo era la caridad hacia el prójimo. “<strong>Los</strong> males con<br />

que afligimos a nuestros semejantes, decía, nos persiguen como la sombra al<br />

cuerpo. Las obras que tienen como base el amor al prójimo, son las que<br />

deben ser ambicionadas por el justo, pues serán las que pesen más en la balanza<br />

celeste. Si acompañas a los buenos, tus ejemplos serán inútiles; no temas el<br />

vivir entre los malos para conducirlos hacia el bien. El hombre virtuoso es<br />

semejante al árbol gigantesco, cuya bienhechora sombra da a las plantas que<br />

le rodean la frescura de la vida”. A veces, Krishna, cuya alma desbordaba ahora<br />

un perfume de amor, hablaba de la abnegación y <strong>del</strong> sacrificio con suave voz e<br />

imágenes seductoras: “Como la tierra soporta a quienes la pisotean y desgarran<br />

su seno al labrarla, así debemos devolver el bien por el mal. El hombre<br />

honrado debe caer bajo los golpes de los perversos como el árbol sándalo, que<br />

cuando se le corta, perfuma el hacha que le ha herido”. Cuando los semisabios,<br />

los incrédulos, le pedían les explicara la naturaleza de Dios, respondía con<br />

sentencias como ésta: “La ciencia <strong>del</strong> hombre sólo es vanidad: todas sus buenas<br />

acciones son ilusorias cuando no sabe relacionarlas a Dios. El que es humilde<br />

de corazón y de espíritu, es amado por Dios y no tiene necesidad de otra cosa. El<br />

infinito y el espacio pueden únicamente comprender lo infinito; sólo Dios<br />

puede comprender a Dios”.<br />

No eran esas las únicas cosas nuevas de sus enseñanzas. Embelesaba y<br />

arrastraba a la multitud, sobre todo por lo que decía <strong>del</strong> Dios vivo, de Vishnú.<br />

Enseñaba que el señor <strong>del</strong> universo se había encarnado ya más de una vez entre<br />

los hombres; se había manifestado sucesivamente en los siete rishis, Vyasa y en<br />

Vasichta, y se manifestaría aún de nuevo. Pero Vishnú, al decir de Krishna,<br />

gustaba a veces de hablar por boca de los humildes: en un mendigo, en una<br />

mujer arrepentida, en un niño. Contaba al pueblo la parábola <strong>del</strong> pobre<br />

pescador Durga, que había encontrado a un niño medio muerto de hambre<br />

bajo un tamarindo. El buen Durga, aunque abrumado por la miseria y cargado<br />

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