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Los Grandes Iniciados - Artículos del Escritor Laab Akaakad

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Edouard Schure – <strong>Los</strong> <strong>Grandes</strong> <strong>Iniciados</strong><br />

Krishna, no viéndola ya, fue a buscar al patriarca Nanda y le dijo:<br />

— ¿Dónde está mi madre?.<br />

Nanda respondió, inclinando la cabeza: — Hijo mío, no me lo<br />

preguntes. Tu madre ha partido para un largo viaje. Ha vuelto al país de<br />

donde vino, y no sé cuándo volverá.<br />

Krishna no respondió nada, pero cayó en una meditación tan<br />

profunda que todos los niños se apartaban de él como sobrecogidos por un<br />

temor supersticioso. Krishna abandonó a sus compañeros, dejó sus juegos, y<br />

perdido en sus pensamientos, se fue solo por el monte Meru y erró así<br />

durante varias semanas. Una mañana llegó a una alta cima cubierta de<br />

árboles, desde donde la vista se extendía sobre la cordillera <strong>del</strong> Himavat.<br />

De repente divisó cerca de él un anciano, de elevada estatura, vestido con el<br />

traje blanco de los anacoretas, en pie bajo los cedros gigantescos, bañado por<br />

la luz matutina. Parecía un centenario; su barba de nieve y su frente<br />

brillaban con majestad. El joven lleno de vida y el anciano se miraron<br />

largo tiempo. <strong>Los</strong> ojos <strong>del</strong> viejo se posaban con complacencia sobre<br />

Krishna. Éste quedó tan maravillado al verle, que enmudeció lleno de<br />

admiración. Aunque por primera vez le veía, pareció conocerle.<br />

— ¿A quién buscas? — le dijo por fin el anciano.<br />

— A mi madre.<br />

— Tu madre no está ya aquí.<br />

— ¿Dónde la encontraré?.<br />

— Al lado de Aquel que no cambia nunca.<br />

— Pero ¿cómo encontrar a Aquel?.<br />

— Busca.<br />

— Y a ti, ¿te volveré a ver?.<br />

— Sí; cuando la hija de la Serpiente incite al crimen al hijo <strong>del</strong> Toro,<br />

entonces me volverás a ver en una aurora de púrpura. Entonces matarás al<br />

Toro y aplastarás la cabeza de la Serpiente. Hijo de Mahadeva, sabe que tú y<br />

yo no formamos más que uno solo en Aquél. ¡Busca, busca, busca siempre!.<br />

Y el centenario extendió las manos en signo de bendición. Después se<br />

volvió dando algunos pasos bajo los altos cedros, en dirección <strong>del</strong> Himavat.<br />

De pronto pareció a Krishna que su forma majestuosa se volvía transparente,<br />

después temblorosa, y desapareció en el brillo de las finas hojas de las ramas,<br />

en una vibración luminosa. (Es una creencia constante en la India que los<br />

grandes ascetas pueden manifestarse a distancia bajo una apariencia<br />

visible, mientras su cuerpo queda sumergido en un sueño cataléptico).<br />

Cuando Krishna descendió <strong>del</strong> monte Meru, parecía como transformado.<br />

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