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Los Grandes Iniciados - Artículos del Escritor Laab Akaakad

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Edouard Schure – <strong>Los</strong> <strong>Grandes</strong> <strong>Iniciados</strong><br />

egipcia y por los misterios de Eleusis, debía descender el Cristo.<br />

Pero Sakia-Muni no estaba destinado a enseñar al mundo el verbo <strong>del</strong><br />

Amor creador. Su misión fue grande, empero, porque reveló la religión de la<br />

piedad y la ley que une entre sí las humanas encarnaciones. Pero en su<br />

iniciación se detuvo en la Muerte mística sin llegar a la Resurrección. El<br />

Nirvana, que se ha interpretado por el estado divino por excelencia, no es más<br />

que el umbral. Buda no logró transponerlo. (He tratado aquí de colocar el<br />

Nirvana en su correspondiente lugar, en el orden de los fenómenos<br />

psíquicos de la Iniciación. Es ello esencial para la clara comprensión de la<br />

persona de Buda y de su papel en el mundo, puesto que su doctrina y su<br />

obra son sus consecuencias. El mérito de un iniciado, de un reformador o<br />

de un profeta cualquiera, depende, en primer lugar, de una intensa y directa<br />

ciencia de la verdad. Su doctrina nunca es otra cosa que una razonada<br />

explicación de este fenómeno inicial que siempre es, bajo una u otra forma,<br />

una revelación o una inspiración espiritual. El Nirvana aparece como la<br />

penúltima etapa de la alta Iniciación, presentida por Persia, Egipto y Grecia<br />

y que realizó el Cristo. Lo que el budismo llama la extinción o el fin de la<br />

ilusión, no es, pues, más que un estado psíquico intermedio, la fase neutra,<br />

atómica y amorfa, que precede al brotamiento de la verdad suprema. Pero<br />

representa algo importantísimo observar la forma completa en que el Buda<br />

realiza, al través de su vida, las fases todas de la Iniciación, como debía<br />

Cristo realizarlas en la suya coronándolas con la resurrección).<br />

Transcurrida la cuarta noche de su iluminación, experimentó Gautama<br />

según reza la tradición, un placer inmenso, y una nueva fuerza inundó sus<br />

venas, animándole con nuevo valor. Sintió que, al alcanzar el Nirvana, se<br />

había liberado de todo mal. Templado en la muerte como en las aguas de la<br />

laguna Estigia, se sentía invencible. Sakia-Muni había vencido. Todo él, desde<br />

la médula de sus huesos a la cima de su alma, había devenido Buda, el<br />

Despierto. La verdad conquistada, quiso salvar al mundo. Pasó muchos días<br />

reflexionando sobre las experiencias atravesadas. Y se apercibió de la lógica<br />

secreta que unía entre sí las visiones aparecidas.<br />

Analizando en el interior de su espíritu el encadenamiento de las causas<br />

y los efectos que conducen al sufrimiento, llegó a formular su doctrina. “Del<br />

no-conocimiento provienen las formas (Sankara); formas <strong>del</strong> pensamiento,<br />

que plasman las cosas. De ellas nace la conciencia y así, por una larga serie de<br />

procedimientos intermedios, <strong>del</strong> deseo de los sentidos deriva el apego a la<br />

existencia. Del apego nace la realización, de ésta el nacimiento, <strong>del</strong><br />

nacimiento, la vejez y la muerte, las lamentaciones y dolores, las desgracias,<br />

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