09.05.2013 Views

Los Grandes Iniciados - Artículos del Escritor Laab Akaakad

Los Grandes Iniciados - Artículos del Escritor Laab Akaakad

Los Grandes Iniciados - Artículos del Escritor Laab Akaakad

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

Edouard Schure – <strong>Los</strong> <strong>Grandes</strong> <strong>Iniciados</strong><br />

judíos le han entregado, pero el espectro romano le mata extendiendo su<br />

mano; mata a su cuerpo, pero Él, el Cristo glorificado, quitará para siempre a<br />

César la aureola usurpada, la apoteosis divina, aquella infernal blasfemia <strong>del</strong><br />

poder absoluto.<br />

* * *<br />

Pilatos, después de haberse lavado las manos de la sangre <strong>del</strong> inocente,<br />

pronunció la palabra terrible: Condemno, ibis in crucem. Ya la muchedumbre<br />

impaciente se agolpa hacia el Gólgota.<br />

Estamos sobre la altura pelada y cubierta de osamentas humanas que<br />

domina a Jerusalén; lleva el nombre de Gilgal, Gólgota, o lugar <strong>del</strong> cráneo,<br />

siniestro desierto consagrado desde siglos antes a los suplicios más horribles.<br />

La montaña no tiene árboles: allí no crecen más que horcas. En aquel sitio,<br />

Alejandro Janeo, el rey judío, había asistido con todo su harén a la ejecución<br />

de cientos de prisioneros; allí Varus había hecho crucificar a dos mil rebeldes;<br />

y allí era donde el dulce Mesías, anunciado por los profetas, debía sufrir el<br />

atroz suplicio, inventado por el genio atroz de los fenicios, adoptado por la ley<br />

implacable de Roma. La cohorte de los legionarios forma un gran círculo en la<br />

cumbre de la colina y separa a golpes de lanza a los últimos fieles que han<br />

seguido al condenado. Son mujeres galileas; mudas y desesperadas, se arrojan<br />

al suelo. Ha llegado la hora suprema de Jesús. Es preciso que el defensor de<br />

los pobres, de los débiles y de los oprimidos, acabe su obra en el martirio<br />

abyecto, reservado a los esclavos y a los bandidos. Se necesita que el profeta<br />

consagrado por los esenios se deje clavar en la cruz aceptada en la visión de<br />

Engaddi; es preciso que el hijo de Dios beba el cáliz entrevisto en la<br />

Transfiguración; es preciso que descienda al fondo <strong>del</strong> infierno y <strong>del</strong> horror<br />

terrestre. Jesús ha rehusado el brebaje tradicional preparado por las piadosas<br />

mujeres de Jerusalén y destinado a aturdir a los condenados. Sufrirá su agonía<br />

en plena conciencia. Mientras le atan sobre el madero, mientras los rudos<br />

soldados clavan con grandes martillazos los clavos en aquellos pies adorados<br />

por los desgraciados, en aquellas manos que sólo sabían bendecir, la negra<br />

nube de un sufrimiento desgarrador apaga sus ojos, ahoga su garganta. Más<br />

desde el fondo de aquellas convulsiones y de aquellas tinieblas infernales, la<br />

conciencia <strong>del</strong> Salvador siempre despierta, sólo tiene una palabra para sus<br />

verdugos: “Padre, perdónalos, que no saben lo que hacen”.<br />

He aquí el fondo <strong>del</strong> cáliz: las horas de la agonía desde mediodía a la<br />

382

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!