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Los Grandes Iniciados - Artículos del Escritor Laab Akaakad

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Edouard Schure – <strong>Los</strong> <strong>Grandes</strong> <strong>Iniciados</strong><br />

Así la enseñanza de Pitágoras que había comenzado en las<br />

profundidades de lo absoluto por la trinidad divina, terminaba en el centro de<br />

la vida por la trinidad humana. En el Padre, en la Madre y en el Hijo, el<br />

iniciado sabía reconocer ahora el Espíritu, el Alma y el Corazón <strong>del</strong> viviente<br />

Universo. Esta última iniciación constituía para él la base de la obra social,<br />

concebida a la altura y en toda la belleza de la idea, edificio al que cada<br />

iniciado debía llevar su piedra.<br />

* Citaremos dos hechos célebres de ese género, absolutamente<br />

auténticos. El primero pasó en la antigüedad. El héroe <strong>del</strong> mismo es el<br />

ilustre filósofo magno Apolonio de Tyana.<br />

Primer hecho. — Segunda vista de Apolonio de Tyana. — “Mientras<br />

esos hechos (el asesinato <strong>del</strong> emperador Domiciano) ocurrían en Roma,<br />

Apolonio los veia en Efeso. Domiciano fue agredido por Clemente hacia el<br />

mediodía: la misma fecha, en el mismo momento, Apolonio disertaba en los<br />

jardines que conducían al Xystes. De repente, bajó un poco la voz, como<br />

sobrecogido por algún temor súbito. Continuó su discurso, pero su lenguaje<br />

no tenía la fuerza ordinaria, como pasa a los que hablan pensando en otra<br />

cosa. Luego se calló como quien ha perdido el hilo de su discurso, lanzó<br />

hacia tierra terribles miradas, dio tres o cuatro pasos hacia el frente, y<br />

exclamó: “¡Hiere al tirano!”. Se hubiese dicho que veía, no la imagen <strong>del</strong><br />

hecho en un espejo, sino el hecho mismo en toda su realidad. <strong>Los</strong> de Efeso<br />

(pues el pueblo entero asistía al discurso de Apolonio) quedaron mudos de<br />

asombro. Apolonio se detuvo, como hombre que busca la salida de un<br />

acontecimiento dudoso. Por fin exclamó: “¡Tened valor, Efesios, el tirano<br />

ha sido muerto hoy!. ¿Qué digo, hoy?. ¡Por Minerva!. Acaba de ser muerto<br />

ahora mismo, mientras que yo me interrumpía”. <strong>Los</strong> Efesios creyeron que<br />

Apolonio se había vuelto loco; deseaban vivamente que hubiese dicho la<br />

verdad, pero temían que resultara para ellos algún peligro de aquel<br />

discurso...; mas pronto llegaron mensajeros a anunciar la buena buena y<br />

dar testimonio en favor de la ciencia de Apolonio; pues la muerte <strong>del</strong> tirano,<br />

el día que fue consumada, la hora <strong>del</strong> mediodía el autor de la muerte que<br />

viera Apolonio, todos esos detalles se encontraron perfectamente conformes<br />

con los que los Dioses le habían mostrado el día de su discurso a los<br />

Efesios”. —Vida de Apolunio de Tyana, por Filostrato, traducida por<br />

Chassang.<br />

Segundo hecho. — Segunda vista de Swedenborg. — El segundo<br />

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