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Los Grandes Iniciados - Artículos del Escritor Laab Akaakad

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Edouard Schure – <strong>Los</strong> <strong>Grandes</strong> <strong>Iniciados</strong><br />

por las claves que nos da la Cábala, de las cuales algunas remontan hasta<br />

Moisés, en fin por el esoterismo comparado, hoy podemos entrever y<br />

reconstruir el Génesis. De este modo, el pensamiento de Moisés saldrá brillante<br />

como el oro <strong>del</strong> crisol de los siglos, de las escorias de una teología primitiva y<br />

de las cenizas de la crítica negativa *.<br />

Dos ejemplos van a poner en claro lo que era la lengua sagrada de los<br />

antiguos templos, y de qué modo se corresponden los tres sentidos en los<br />

símbolos de Egipto y en los <strong>del</strong> Génesis. En una multitud de monumentos<br />

egipcios se ve una mujer coronada, sosteniendo en una mano la cruz ansata,<br />

símbolo de la vida eterna, y en la otra un cetro en forma de flor de loto,<br />

símbolo de la iniciación. Era la diosa Isis. Pero Isis tiene tres sentidos<br />

diferentes. En sentido propio, significa la Mujer, y, por consiguiente, el género<br />

femenino universal. En sentido comparativo, personifica el conjunto de la<br />

naturaleza terrestre con todas sus potencialidades conceptivas. En el<br />

superlativo, simboliza la naturaleza celeste e invisible, el elemento propio de<br />

las almas y de los espíritus, la luz espiritual e inteligible por sí misma, que<br />

únicamente confiere la iniciación. El símbolo que corresponde a Isis en el<br />

texto <strong>del</strong> Génesis y en la intelectualidad judeo-cristiano es EVÉ, Heva, la<br />

Mujer eterna. Esta Eva no es solamente la mujer de Adam, sino también la<br />

esposa de Dios. Ella constituye las tres cuartas partes de su esencia. Porque<br />

el nombre <strong>del</strong> Eterno IEVÉ, que impropiamente hemos llamado Jehovah y<br />

Javeh, se compone <strong>del</strong> prefijo Jod y <strong>del</strong> nombre de Evé. El gran sacerdote de<br />

Jerusalem pronunciaba una vez al año el nombre divino enunciándolo letra por<br />

letra de la manera siguiente: Jod, he, vau, he. La primera expresaba el<br />

pensamiento divino (La natura naturans de Spinoza) y las ciencias teogónicas;<br />

las tres letras <strong>del</strong> nombre de Evé expresaban tres órdenes de la naturaleza (La<br />

natura naturata <strong>del</strong> mismo Spinoza), los tres mundos en que aquel pensamiento<br />

se realiza, y, por consiguiente, las ciencias cosmogónicas, psíquicas y físicas que a<br />

ello corresponden. (He aquí como Favre d’Olivet explica el nombre IEVÉ:<br />

“Este nombre presenta por de pronto el signo indicador de la vida, duplicado<br />

y formando la raíz esencialmente viva EE ( הה).<br />

Esta raíz nunca se emplea<br />

como nombre y es la única que goza de esta prerrogativa. Ella es, desde su<br />

formación, no solamente un verbo, sino un verbo único <strong>del</strong> que los otros<br />

no son más que derivados: en una palabra, el verbo EVE (הוה), ser, siendo.<br />

Aquí, como se ve y como he tenido cuidado de explicarlo en mi gramática,<br />

el signo inteligible Vau está en medio de la raíz de la vida. Moisés, tomando<br />

este verbo por excelencia para formar el nombre propio <strong>del</strong> Ser de los<br />

seres, le agrega el signo de la manifestación potencial y de la eternidad<br />

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