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Los Grandes Iniciados - Artículos del Escritor Laab Akaakad

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Edouard Schure – <strong>Los</strong> <strong>Grandes</strong> <strong>Iniciados</strong><br />

18. Una lanza de oro y una espada de oro.<br />

31. Entonces Yima se elevó hasta las estrellas hacia el Mediodía,<br />

sobre el camino que sigue el Sol.<br />

37. Él marchó sobre esta tierra que había vuelto fértil. Ella fue de un<br />

tercio más considerable que antes.<br />

43. Y el brillante y bello Yima reunió la asamblea de los hombres más<br />

virtuosos en el célebre Airyana-Vacia, cread puro. (Vendidad-Sadé, 2<br />

Fargard. — Traducción de Anqueti Duperron).<br />

La epopeya india la convierte en uno de sus temas favoritos. Rama fue<br />

el conquistador de la tierra que cierra el Himavat, la tierra de los elefantes, los<br />

tigres y las gacelas. Él ordenó el primer choque y condujo el primer empuje de<br />

esta lucha gigantesca en que dos razas se disputaban inconscientemente el cetro<br />

<strong>del</strong> mundo. La tradición poética de la India, reforzada por las tradiciones<br />

ocultas de los templos, ha simbolizado en ello la lucha de la magia blanca y la<br />

magia negra. En su guerra contra los pueblos y los reyes <strong>del</strong> país de los<br />

Djambous, como se le llamaba entonces, Ram o Rama, como le llamaron los<br />

orientales, desplegó medios milagrosos en apariencia, porque están por encima<br />

de las facultades ordinarias de la humanidad, y que los grandes iniciados deben<br />

al conocimiento y manejo de las fuerzas ocultas de la Naturaleza. Aquí la<br />

tradición le representa como haciendo brotar manantiales de un desierto, allá<br />

encontrando recursos inesperados en una especie de maná cuyo uso enseñó; por<br />

otra parte, haciendo cesar una epidemia con la planta llamada hom, el amomos<br />

de los Griegos, la persea de los Egipcios, de la que sacó un jugo salutífero.<br />

Esta planta llegó a ser sagrada entre sus sectarios, y reemplazó al muérdago de<br />

la encina, conservado por los celtas de Europa.<br />

Rama usaba contra sus enemigos, de toda clase de prestigios. <strong>Los</strong><br />

sacerdotes de los Negros no reinaban ya más que por medio de un bajo culto.<br />

Tenían ellos la costumbre de alimentar en sus templos enormes serpientes y<br />

pterodáctilos, raros supervivientes de animales antediluvianos, que hacían adorar<br />

como a dioses y que aterrorizaban a la multitud A esas serpientes daban de<br />

comer la carne de los cautivos. A veces Rama aparecía de improviso en esos<br />

templos, con antorchas, arrojando, aterrorizando, domando y sojuzgando a<br />

serpientes y sacerdotes. A veces se mostraba en el campo enemigo,<br />

exponiéndose sin defensa a aquellos que buscaban su muerte, y volvía a partir<br />

sin que ninguna persona hubiese osado tocarle. Cuando se interrogaba a los<br />

que le habían dejado huir, respondían que habiendo encontrado su mirada, se<br />

habían sentido petrificados; o bien, mientras que hablaba, una montaña de<br />

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