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Los Grandes Iniciados - Artículos del Escritor Laab Akaakad

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Edouard Schure – <strong>Los</strong> <strong>Grandes</strong> <strong>Iniciados</strong><br />

la mónada, de la entidad espiritual a través de todas esas existencias, puesto<br />

que ella pierde sucesivamente su memoria?. ¿Y qué es lo que os prueba,<br />

respondemos, la identidad de vuestra persona durante el estado de vigilia y<br />

durante el sueño?. Os despertáis cada mañana de un estado tan extraño, tan<br />

inexplicable como la muerte, resucitáis de esa nada y volvéis a caer en ella por<br />

la noche. ¿Era la nada?. No, porque habéis soñado, y vuestros sueños han sido<br />

para vosotros tan reales como la realidad de la vigilia. Un cambio de las<br />

condiciones fisiológicas <strong>del</strong> cerebro ha modificado las relaciones <strong>del</strong> alma y<br />

<strong>del</strong> cuerpo y desplazado vuestro puto de vista psíquico. Erais el mismo<br />

individuo, pero os encontrábais en otro medio y llevábais otra existencia. En<br />

los magnetizados, los sonámbulos y los clarividentes, el sueño desarrolla<br />

nuevas facultades que nos parecen milagrosas, pero que son las facultades<br />

naturales <strong>del</strong> alma apartada <strong>del</strong> cuerpo. Una vez despiertos, esos clarividentes<br />

no recuerdan ya lo que han visto, dicho y hecho durante su sueño lúcido; pero<br />

recuerdan perfectamente, en uno de sus sueños, lo que ha pasado en el sueño<br />

precedente, y predicen lo que ocurrirá en el próximo. Ellos tienen, pues, como<br />

dos conciencias, dos vidas alternadas enteramente distintas, pero en las que<br />

cada una tiene su continuidad racional, y que se enrollan alrededor de una<br />

misma individualidad, como cordones de color diferente alrededor de un hilo<br />

invisible.<br />

Tenía, pues, un sentido muy profundo, el que los antiguos poetas<br />

iniciados llamaran al sueño el hermano de la muerte. Porque un velo de<br />

olvido separa el sueño de la vigilia, como pasa con el nacimiento y la muerte,<br />

y de igual modo que nuestra vida terrestre se divide en dos partes siempre<br />

alternadas, así el alma eterna, en la inmensidad de su evolución cósmica, entre<br />

la encarnación y la vida espiritual, entre las tierras y los cielos. Este paso<br />

alternativo de un plano <strong>del</strong> universo al otro, esta inversión de los polos <strong>del</strong> ser,<br />

no es menos necesaria al desarrollo <strong>del</strong> alma que la alternativa de la vigilia y<br />

<strong>del</strong> sueño lo es a la vida corporal <strong>del</strong> hombre. Tenemos necesidad de las ondas<br />

<strong>del</strong> Leteo al pasar de una existencia a otra. En ésta, un velo saludable nos<br />

oculta el pasado y el porvenir. Pero el olvido no es total y alguna luz se filtra a<br />

través <strong>del</strong> velo. Las ideas innatas prueban, por sí solas, una existencia anterior.<br />

Pero hay más: nacemos con un mundo de reminiscencias vagas, de<br />

impulsiones misteriosas, de presentimientos divinos. Hay en los hijos nacidos<br />

de padres dulces y tranquilos, irrupciones de pasiones salvajes que el atavismo<br />

no basta para explicar, y que vienen de una existencia precedente. Hay a veces<br />

en las vidas más humildes, fi<strong>del</strong>idades inexplicables y sublimes a un<br />

sentimiento, a una idea. ¿No vienen de las promesas y de los juramentos de la<br />

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