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Los Grandes Iniciados - Artículos del Escritor Laab Akaakad

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Edouard Schure – <strong>Los</strong> <strong>Grandes</strong> <strong>Iniciados</strong><br />

paraísos de las almas. El mal, como desacuerdo con la ley divina, no es la obra<br />

de Dios, sino la <strong>del</strong> hombre, y no tiene más que una existencia relativa,<br />

aparente y transitoria. El bien, como acuerdo con la ley divina, existe solo,<br />

real y eternamente. Ni los sacerdotes de Delfos o de Eleusis, ni los filósofos<br />

iniciados, quisieron jamás revelar estas profundas ideas al pueblo, que hubiera<br />

podido interpretarlas en mal sentido y abusar de ellas. En los Misterios, se<br />

representaba simbólicamente esta doctrina por el desplazamiento de Dionisos,<br />

pero cubriendo con un velo impenetrable a los profanos, lo que se llamaba los<br />

sufrimientos de Dios.<br />

Las más grandes discusiones religiosas y filosóficas versan sobre la<br />

cuestión <strong>del</strong> origen <strong>del</strong> bien y <strong>del</strong> mal. Acabamos de ver que la doctrina<br />

esotérica posee la clave en sus arcanos. Hay otra cuestión capital de que<br />

depende el problema social y político: la de la desigualdad de las condiciones<br />

humanas. El espectáculo <strong>del</strong> mal y <strong>del</strong> dolor tiene en sí algo de terrible. Se<br />

puede añadir que su distribución, en apariencia arbitraria e injusta, es el origen<br />

de todos los odios, de todas las rebeldías, de todas las negaciones. Aquí<br />

también, la doctrina profunda trae a nuestras terrestres nieblas, su luz soberana<br />

de paz y de esperanza. La diversidad de las almas, de las condiciones, de los<br />

destinos, no puede en efecto justificarse más que por la pluralidad de las<br />

existencias y por la doctrina de la reencarnación. Si el hombre nace por vez<br />

primera en esta vida, ¿Cómo explicar los males sinnúmeros que parecen caer<br />

por azar sobre él?. ¿Cómo admitir que hay una eterna justicia, cuando los unos<br />

nacen en una condición que lleva fatalmente en sí la miseria y la humillación,<br />

mientras otros nacen con fortuna y viven dichosos?. Pero si es cierto que<br />

hemos vivido otras vidas, que después de la muerte viviremos otras más, que a<br />

través de todas esas existencias reina la ley de recurrencia y de repercusión,<br />

entonces las diferencias <strong>del</strong> alma, de condición, de destino, sólo serán los<br />

efectos de las vidas anteriores y las múltiples aplicaciones de aquella ley. Las<br />

diferencias de condición provienen de un desigual empleo de la libertad en las<br />

vidas precedentes, y las diferencias intelectuales de los hombres que<br />

atraviesan la tierra en un siglo pertenecen a grados de evolución<br />

extremadamente diversos, que se escalonan desde la semianimalidad de las<br />

pobres razas en regresión, hasta los estados angélicos de los santos y hasta la<br />

majestad divina <strong>del</strong> genio. En realidad, la tierra semeja a un navío, y todos los<br />

que la habitamos a viajeros que vienen de países lejanos y se dispersan por<br />

etapas a todos los puntos <strong>del</strong> horizonte. La doctrina de la reencarnación da una<br />

razón de ser, según la doctrina y la lógica eternas, a los más terribles males,<br />

como a las dichas más envidiadas. El idiota nos parecerá comprensible, si<br />

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