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Los Grandes Iniciados - Artículos del Escritor Laab Akaakad

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Edouard Schure – <strong>Los</strong> <strong>Grandes</strong> <strong>Iniciados</strong><br />

II<br />

EL REY DE MADURA<br />

Al comienzo de la edad <strong>del</strong> Kali-yuga, hacia el año 3000 antes de nuestra<br />

era (según la cronología de los brahmanes), la sed <strong>del</strong> oro y <strong>del</strong> poder invadió el<br />

mundo. Durante varios siglos, dicen los antiguos sabios, Agni, el fuego celeste<br />

que forma el cuerpo glorioso de los Devas y que purifica el alma de los hombres,<br />

había esparcido sobre la tierra sus efluvios etéreos. Pero el soplo ardiente de<br />

Kali, la diosa <strong>del</strong> Deseo y de la Muerte, que sale de los abismos de la tierra<br />

como ígneo aliento, pasaba entonces sobre todos los corazones. La justicia había<br />

reinado con los nobles hijos de Pándu, los reyes solares que obedecen a la voz de<br />

los sabios, y vencedores, perdonaban a los vencidos y les trataban como iguales.<br />

Pero después que los hijos <strong>del</strong> sol fueron exterminados o arrojados de sus tronos<br />

y que sus pocos descendientes se ocultaban entre los anacoretas, la injusticia, la<br />

ambición y el odio habían dominado. Variables y falsos como el astro nocturno,<br />

cuyo símbolo adoptaron, los reyes lunares se hacían una guerra sin piedad. Uno<br />

de ellos, sin embargo, había logrado dominar a todos los otros por medio <strong>del</strong><br />

terror y de prestigios singulares.<br />

En el norte de la India, a la orilla de un ancho río, brillaba una ciudad<br />

poderosa. Tenía ella doce pagodas, diez palacios y cien puertas flanqueadas por<br />

torres. Multicolores estandartes, semejantes a serpientes aladas, flotaban sobre<br />

sus altos muros. Era la altiva Madura, inexpugnable como la fortaleza de Indra.<br />

Allí reinaba Kansa, de corazón tortuoso y alma insaciable. El rey no sufría a su<br />

lado más que a los esclavos, no creía poseer más que lo que había sometido, y<br />

lo que poseía no le parecía nada al lado de lo que le quedaba por conquistar.<br />

Todos los reyes que reconocían los cultos lunares le habían rendido vasallaje.<br />

Pero Kansa pensaba someter toda la India, desde Lanka hasta el Himavat. Para<br />

llevar a cabo este proyecto, se alió con Kalayeni, señor de los montes Vyndhia,<br />

el poderoso rey de los Yavanas, los hombres de cara amarilla. Como sectario de<br />

la diosa Kali, Kalayeni se había dedicado a las tenebrosas artes de la magia<br />

negra. Se le llamaba “amigo de los Rakshasas” o demonios noctivagos, y rey de<br />

las serpientes, porque se servía de esos animales para aterrorizar a su pueblo y a<br />

sus enemigos. En el fondo de una espesa selva, se encontraba el templo de la<br />

diosa Kali excavado en una montaña: inmensa caverna negra cuyo fondo se<br />

ignoraba y cuya entrada estaba guardada por colosos con cabezas de animales<br />

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