09.05.2013 Views

Los Grandes Iniciados - Artículos del Escritor Laab Akaakad

Los Grandes Iniciados - Artículos del Escritor Laab Akaakad

Los Grandes Iniciados - Artículos del Escritor Laab Akaakad

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

Edouard Schure – <strong>Los</strong> <strong>Grandes</strong> <strong>Iniciados</strong><br />

IV<br />

LA VISIÓN DEL SINAÍ<br />

Una sombría masa de granito, tan desnuda, tan abarrancada bajo el<br />

esplendor <strong>del</strong> Sol, que se la diría surcada de relámpagos y esculpida por el<br />

rayo. Es la cumbre <strong>del</strong> Sinaí, el trono de Aelohim, dicen los hijos <strong>del</strong> desierto.<br />

Enfrente, una montaña más baja, las rocas <strong>del</strong> Serbal, también abrupta y<br />

salvaje. En sus vertientes, minas de cobre, cavernas. Entre las dos montañas,<br />

un valle negro, un caos de piedras que los árabes llaman el Horeb, el mismo<br />

de la leyenda semítica. Es lúgubre este valle desolado cuando la noche cae en<br />

él con la sombra <strong>del</strong> Sinaí; más lúgubre aún cuando la montaña se toca con<br />

un casco de nubes, <strong>del</strong> que se escapan siniestros resplandores. Entonces un<br />

viento terrible sopla en el estrecho pasadizo. Se dice que allí Aelohim<br />

derriba a los que tratan de luchar con él y les lanza a los abismos donde se<br />

hunden las trombas de lluvias. Allí también, dicen los Madianitas, vagan las<br />

sombras malhechoras de los gigantes, de los Refaim, que derrumban las rocas<br />

sobre los que tratan de subir al lugar santo. La tradición popular quiere<br />

también que el Dios <strong>del</strong> Sinaí aparezca a veces en el fuego fulgurando como<br />

una cabeza de Medusa con plumas de águila. Desgraciados los que ven su<br />

rostro. Verlo es morir.<br />

He aquí lo que contaban los nómadas por la noche en sus relatos,<br />

bajo la tienda, cuando dormían los camellos y las mujeres. La verdad es que<br />

únicamente los más osados de entre los iniciados de Jetro subían a la caverna<br />

<strong>del</strong> Serbal y allí pasaban con frecuencia varios días en el ayuno y la oración.<br />

<strong>Los</strong> sabios de la Idumea habían encontrado allí inspiración. Era un lugar<br />

consagrado desde tiempo inmemorial a las visiones sobrenaturales, a los<br />

Aelohim o espíritus luminosos. Ningún sacerdote, ningún cazador, hubiese<br />

conducido allí a un peregrino.<br />

Moisés había subido sin temor por el barranco de Horeb. Había<br />

atravesado intrépidamente el valle de la muerte y su caos de rocas. Como<br />

todo esfuerzo humano, la iniciación tiene sus fases de humildad y de orgullo.<br />

Al subir las pendientes de la santa montaña, Moisés había llegado a la cumbre<br />

<strong>del</strong> orgullo, porque también tocaba a la cumbre <strong>del</strong> poder humano y creía ya<br />

sentirse uno o unificado con el Ser supremo. El Sol de ardiente púrpura se<br />

inclinaba sobre el macizo volcánico <strong>del</strong> Sinaí, y las sombras violáceas se<br />

157

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!