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Los Grandes Iniciados - Artículos del Escritor Laab Akaakad

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Edouard Schure – <strong>Los</strong> <strong>Grandes</strong> <strong>Iniciados</strong><br />

V<br />

INICIACIÓN<br />

Entre tanto, el rey Kansa, al saber que su hermana Devaki había vivido<br />

con los anacoretas, sin haberla podido descubrir, empezó a perseguirlos como<br />

a bestias feroces, teniendo aquéllos que refugiarse en la parte más recóndita y<br />

más salvaje de la selva. Entonces su jefe, el viejo Vasichta, el centenario, se<br />

puso en camino para hablar al rey de Madura. <strong>Los</strong> guardias vieron con<br />

admiración aparecer ante las puertas <strong>del</strong> palacio a un anciano ciego, guiado<br />

por una gacela que llevaba atada. Llenos de respeto al rishi, le dejaron pasar.<br />

Vasichta se aproximó al trono, donde Kansa estaba sentado al lado de<br />

Nysumba, y le dijo:<br />

— Kansa, rey de Madura, desgraciado de ti, hijo <strong>del</strong> Toro, que persigues<br />

a los solitarios de la selva santa. Desgraciada de ti, hija de la Serpiente, que le<br />

inspiras el odio. Vuestro castigo está próximo. Sabed que el hijo de Devaki<br />

vive. Vendrá cubierto con una armadura invulnerable y te arrojará desde tu<br />

trono a la ignominia. Ahora, temblad y temed; es el castigo que los Devas os<br />

asignan.<br />

<strong>Los</strong> guerreros, los guardias, los servidores, se habían prosternado ante el<br />

santo centenario, que volvió a salir conducido por su gacela, sin que nadie se<br />

atreviera a tocarle. Pero a partir de aquel día, Kansa y Nysumba pensaron en<br />

los medios de hacer morir secretamente al rey de los anacoretas. Devaki había<br />

muerto, y nadie aparte de Vasichta sabía que Krishna era su hijo. El ruido de<br />

las hazañas de éste había llegado a oídos <strong>del</strong> rey. Kansa pensó: “Tengo<br />

necesidad de un hombre fuerte para defenderme!. El que ha matado a la gran<br />

serpiente de Kalayeni, no tendrá miedo <strong>del</strong> anacoreta”. Kansa mandó decir al<br />

patriarca Nanda: “Envíame al joven héroe Krishna para que sea el<br />

conductor de mi carro y mi primer consejero”. (En la India antigua, esas dos<br />

funciones estaban con frecuencia reunidas en una misma persona. <strong>Los</strong><br />

conductores de los carros de los reyes eran grandes personajes y<br />

frecuentemente los ministros de los monarcas. <strong>Los</strong> ejemplos son<br />

numerosísimos en la poesía indostánica). Nanda comunicó a Krishna la<br />

orden <strong>del</strong> rey y Krishna respondió: “Iré.” Aparte pensaba: “¿El rey de<br />

Madura será Aquel que no cambia jamás?. Por él sabré dónde está mi<br />

madre”. Kansa, viendo la fuerza, la destreza y la inteligencia de Krishna, le<br />

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