09.05.2013 Views

Los Grandes Iniciados - Artículos del Escritor Laab Akaakad

Los Grandes Iniciados - Artículos del Escritor Laab Akaakad

Los Grandes Iniciados - Artículos del Escritor Laab Akaakad

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

Edouard Schure – <strong>Los</strong> <strong>Grandes</strong> <strong>Iniciados</strong><br />

luces errantes brillaron por todas partes bajo la espesura de los árboles, a la<br />

orilla <strong>del</strong> río y en las profudidades <strong>del</strong> valle.<br />

— Son los mistos que se ponen en camino — dijo el anciano guía <strong>del</strong><br />

templo —. Cada cortejo tiene su guía portaantorcha. Vamos a seguirles.<br />

<strong>Los</strong> viajeros encontraron coros que salían de los bosques y se ponían en<br />

marcha. Primero vieron pasar a los mistos <strong>del</strong> Baco joven, adolescentes<br />

vestidos con largas túnicas de finísimo lino y coronados de hiedra. Llevaban<br />

copas de madera tallada, símbolo de la copa de la vida. Luego llegaron<br />

hombres jóvenes, robustos y vigorosos. Eran los devotos de Hércules<br />

luchador; llevaban cortas túnicas, piernas desnudas, cubiertas las espaldas por<br />

una piel de león y coronas de olivo sobre su cabeza. Después vinieron los<br />

inspirados, los mistos de Baco sacrificado, llevando alrededor <strong>del</strong> cuerpo una<br />

piel cebrada de pantera, cintas de púrpura en los cabellos y el tirso en mano.<br />

Al pasar cerca de una caverna, vieron prosternados a los devotos de<br />

Aedón y de Eros subterráneo. Eran hombres que lloraban a parientes o<br />

amigos muertos y cantaban en voz baja: “¡Aedón! ¡Aedón! Devuélvenos los<br />

seres que nos has arrebatado o haznos descender a tu reino”. El viento se<br />

abismaba en la caverna y parecía prolongarse bajo tierra con risas y sollozos<br />

fúnebres. De repente, un mysto se volvió hacia el dicípulo de Delfos y le dijo:<br />

“Has franqueado el umbral de Aedón; no volverás a ver la luz de los vivos”.<br />

Otro, al pasar, le deslizó estas palabras al oído: “Sombra, a la sombra<br />

volverás; tú que vienes de la Noche, vuelve al Erebo”. Y se alejó corriendo. El<br />

discípulo de Delfos se sintió helado de espanto y murmuró a su guía: “¿Qué<br />

quiere decir esto?”. El servidor <strong>del</strong> templo pareció no haber oído y solamente<br />

dijo: “Es preciso pasar el puente. Nadie puede evitarlo”.<br />

A poco atravesaron un puente de madera sobre el río Peneo.<br />

— ¿De dónde vienen — dijo el neófito — esas voces lastimeras y esa<br />

lamentosa melopea?. ¿Quiénes forman esas largas filas de sombras blancas<br />

que marchan bajo los álamos?.<br />

— Son mujeres que van a iniciarse en los misterios de Dionisos.<br />

— ¿Sabes sus nombres?.<br />

— Aquí nadie conoce el nombre de los demás, y cada uno olvida el<br />

suyo propio. Porque, <strong>del</strong> mismo modo que a la entrada <strong>del</strong> sagrado recinto los<br />

devotos dejan sus vestiduras sucias para bañarse en el río y vestirse con<br />

limpias ropas de lino, así también cada uno deja su nombre para tomar otro.<br />

Durante siete noches y siete días es preciso transformarse, pasar a otra vida.<br />

Mira esas multitudes de mujeres. No están agrupadas por familias o patria,<br />

sino por el Dios que las inspira.<br />

188

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!