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Los Grandes Iniciados - Artículos del Escritor Laab Akaakad

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Edouard Schure – <strong>Los</strong> <strong>Grandes</strong> <strong>Iniciados</strong><br />

de la tierra hayan tenido lugar allí.<br />

Una elevada franja de vaporoso azul llena el horizonte. Son las<br />

montañas de Moab. Sus cimas mondas se escalonan en domos y cúpulas.<br />

Pero la grandiosa franja horizontal, perdida en polvaredas de bruma y<br />

de luz, domina su tumultuoso Océano, como domina al tiempo la eternidad.<br />

Incomparablemente calva, distingüese la cumbre <strong>del</strong> monte Nebo,<br />

donde rindió Moisés su alma a Javé.<br />

Entre los abruptos cimales de Judá y la inmensa cordillera de Moab se<br />

extiende el valle <strong>del</strong> Jordán, árido desierto bordeado de praderas y de pomos<br />

arbóreos.<br />

Enfrente se divisa el oasis de Jericó con sus palmeras y sus viñedos,<br />

altos como plátanos y el tapiz de césped que ondula en primavera salpicado<br />

por anémonas rojas. Corre el Jordán aquí y allá entre dunas y arenas blancas<br />

para perderse en el Mar Muerto. Y éste aparece como un triángulo azul entre<br />

los elevados promontorios de Moab y de Judá que se oprimen sobre él como<br />

para mejor cobijarlo.<br />

En torno <strong>del</strong> lago maldito que recubre, según la bíblica tradición,<br />

Sodoma y Gomorra, engullidas por un abismo de fuego, reina un silencio de<br />

muerte. Sus aguas saladas y aceitosas, cargadas de asfalto matan cuanto<br />

bañan. Ninguna vela lo surca, ningún pájaro lo cruza. Sobre los guijarros de<br />

sus playas áridas no se encuentra más que pescado muerto o blancuzcos<br />

esqueletos de áloes y sicómoros.<br />

Y sin embargo la superficie de esta masa líquida, color lapislázuli, es un<br />

espejo mágico. Varía incesantemente de aspecto, como un camaleón. Siniestro<br />

y plomizo durante la tempestad, abre el sol el límpido azul de sus<br />

profundidades y refleja, en imágenes fantásticas, las colosales arquitecturas de<br />

los montes y el juego de las nubes. Y el lago de la muerte se convierte en el<br />

lago de las visiones apocalípticas.<br />

Este valle <strong>del</strong> Jordán, tan fértil antaño, devastado en la actualidad,<br />

termina en la angostura <strong>del</strong> Mar Muerto como en un infierno sin salida.<br />

Semeja un lugar distante <strong>del</strong> mundo, lleno de espantables contrastes.<br />

Naturaleza volcánica, frenéticamente conmovida por las potestades<br />

productivas y destructivas.<br />

El voluptuoso oasis de Jericó, regado por fuentes sulfurosas, parece<br />

ultrajar, con su soplo tibio, los convulsionados montes de demoníacas formas.<br />

Aquí mantenía el rey Herodes su harén y sus palacios suntuosos, mientras que<br />

a lo lejos, en las cavernas de Moab, tronaba la voz de los profetas. Las huellas<br />

de Jesús, impresas sobre aquel suelo, han acallado los últimos estertores de las<br />

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