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Los Grandes Iniciados - Artículos del Escritor Laab Akaakad

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Edouard Schure – <strong>Los</strong> <strong>Grandes</strong> <strong>Iniciados</strong><br />

vida celeste?. Porque el recuerdo oculto que el alma ha guardado de ella, es<br />

más fuerte que todas las razones terrestres. Según que el alma se incline hacia<br />

aquel recuerdo o que lo abandone, se la ve vencer o sucumbir. La verdadera fe<br />

es una muda fi<strong>del</strong>idad <strong>del</strong> alma a sí misma. Se concibe por esta razón que<br />

Pitágoras, como todos los teósofos, haya considerado la vida corporal como<br />

una elaboración necesaria de la voluntad, y la vida celeste como un<br />

crecimiento espiritual y un cumplimiento.<br />

Las vidas se siguen y no se parecen, pero se encadenan con una lógica<br />

implacable. Si cada una de ellas tiene su ley propia y su destino especial, su<br />

enlace está regido por una ley singular que se podría llamar la repercusión de<br />

las vidas. (La ley llamada Karma por los brahmanes y los budhistas). Según<br />

esa ley, las acciones de una vida tienen su repercusión fatal en la vida<br />

siguiente. No solamente el hombre renacerá con los instintos y las facultades<br />

que ha desarrollado en su precedente encarnación, sino que el género mismo<br />

de su existencia será determinado en gran parte por el buen o mal empleo que<br />

haya hecho de su libertad en la vida precedente. No hay palabra ni acción que<br />

deje de tener su eco en la eternidad, dice un proverbio. Según la doctrina<br />

esotérica, ese proverbio se aplica a la letra, de una vida a la otra. Para<br />

Pitágoras, las injusticias aparentes <strong>del</strong> destino, las deformidades, las miserias,<br />

los golpes de fortuna, las desgracias de todo género, encuentran su explicación<br />

en el hecho de que cada existencia es la recompensa o el castigo de la<br />

precedente. Una vida criminal engendra una vida de expiación; una vida<br />

imperfecta, otra de pruebas. Una vida buena determina una misión; una vida<br />

superior, una misión creadora. La sanción moral que se aplica con<br />

imperfección aparente desde el punto de vista de una sola vida, se aplica pues<br />

con una perfección admirable y una injusticia minuciosa en la serie de las<br />

vidas. En esta serie puede haber progresión hacia la espiritualidad y hacia la<br />

inteligencia, como puede haber regresión hacia la bestialidad y hacia la<br />

materia. A medida que el alma asciende, adquiere una parte más grande en la<br />

elección de sus reencarnaciones. El alma inferior sufre su imperio; el alma<br />

media elige entre las que se le ofrecen; el alma superior que se impone una<br />

misión, la escoge por abnegación. Cuanto más elevada es el alma, más elevada<br />

conserva la conciencia, y más clara la irrefragable percepción de la vida<br />

espiritual, que reina más allá de nuestro horizonte terrestre, que la envuelve<br />

como una atmósfera de luz y envía sus rayos a nuestras tinieblas. La tradición<br />

dice también que los iniciadores de primera fila, los divinos profetas de la<br />

humanidad, se han acordado de sus precedentes vidas terrestres. Según la<br />

leyenda, Gautama Buddha, Sakya Muni, había encontrado en sus éxtasis el<br />

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