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Los Grandes Iniciados - Artículos del Escritor Laab Akaakad

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Edouard Schure – <strong>Los</strong> <strong>Grandes</strong> <strong>Iniciados</strong><br />

mujeres. Se veían jóvenes de púrpura y azafrán, ejecutando coros<br />

acompañados de cánticos, con los movimientos armoniosos de la estrofa y de<br />

la antiestrofa que imitó más tarde la tragedia. En medio de aquellas grandes<br />

fiestas, en que la divinidad parecía presente en la gracia ele las formas y de los<br />

movimientos, en la melodía incisiva de los coros, el novicio tenía como un<br />

presentimiento de las fuerzas ocultas, de las todopoderosas leyes <strong>del</strong> universo<br />

animado, <strong>del</strong> cielo profundo y transparente. <strong>Los</strong> matrimonios, los ritos<br />

fúnebres tenían un carácter más íntimo, pero no menos solemne. Una<br />

ceremonia original daba base al trabajo de la imaginación. Cuando un novicio<br />

salía voluntariamente <strong>del</strong> instituto para continuar su vida vulgar o cuando un<br />

discípulo había traicionado un secreto de la doctrina, lo que sólo ocurrió una<br />

vez, los iniciados le elevaban una tumba en el recinto consagrado, como si<br />

hubiera muerto. El maestro decía: “Está más muerto que los muertos, puesto<br />

que ha vuelto a la mala vida; su cuerpo se pasea entre los hombres, pero su<br />

alma ha muerto: llorémosla”. ― Y aquella tumba elevada a un vivo le<br />

perseguía como su propio fantasma y como un siniestro augurio.<br />

SEGUNDO GRADO - PURIFICACIÓN (KATHARSIS)<br />

LOS NÚMEROS - LA TEOGONÍA<br />

Era un dichoso día, “un día de oro”, como decían los antiguos, aquel en<br />

que Pitágoras recibía al novicio en su morada y le aceptaba solemnemente<br />

como su discípulo. Por lo pronto se entraba en relaciones directas y seguidas<br />

con el maestro; penetraba en el patio interior de su habitación, reservada a sus<br />

fieles. De ahí el nombre de esotéricos (los de adentro) opuesto al de exotéricos<br />

(los <strong>del</strong> exterior). La verdadera y trascendente iniciación comenzaba entonces.<br />

Aquella revelación consistía en una exposición completa y razonada de<br />

la doctrina oculta, desde sus prinpicios contenidos en la ciencia misteriosa de<br />

los números, hasta las últimas consecuencias de la evolución universal, en los<br />

destinos y fines supremos de la divina Psiquis, <strong>del</strong> alma humana. Aquella<br />

ciencia de los números era conocida bajo diversos nombres en los templos de<br />

Egipto y de Asia. Como ella daba la clave de toda la doctrina, las letras, las<br />

figuras geométricas o las representaciones humanas que servían de signos a<br />

esa álgebra <strong>del</strong> mundo oculto, sólo eran comprendidos por el iniciado.<br />

Pitágoras formuló esta ciencia en un libro escrito por su mano, llamado hieros<br />

logos, la palabra sagrada. Este libro no ha llegado a nosotros; pero los escritos<br />

posteriores de los pitagóricos, Filolao, Archytas e Hierocles, los diálogos de<br />

Platón, los tratados de Aristóteles, de Porfirio y de Jámblico, nos permiten<br />

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