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Los Grandes Iniciados - Artículos del Escritor Laab Akaakad

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Edouard Schure – <strong>Los</strong> <strong>Grandes</strong> <strong>Iniciados</strong><br />

siglos, con una fuerza de impulsión y una medida especial. En cuanto a las<br />

potencias, a los reinos, a las especies y a las almas en los astros de este<br />

pequeño mundo, vienen de Dios, descienden <strong>del</strong> Padre, es decir, que ellas<br />

emanan de un orden espiritual inmutable y superior, así como de una<br />

evolución material anterior, es decir, de un sistema solar extinguido. De esas<br />

potencias invisibles unas, absolutamente inmortales, dirigen la formación de<br />

este mundo, otra esperan su florecimiento en el sueño cósmico o en el divino<br />

ensueño para volver a entrar en las generaciones visibles, según rango y según<br />

la ley eterna. El alma solar y su fuego central, que mueve directamente a la<br />

gran Mónada, elabora la materia en fusión. <strong>Los</strong> planetas son hijos <strong>del</strong> Sol.<br />

Cada uno de ellos, elaborado por las fuerzas de atracción y de rotación<br />

inherentes a la materia, está dotado de un alma semiconsciente salida <strong>del</strong> alma<br />

solar, y tiene su carácter distinto, su papel particular en la evolución. Como<br />

cada planeta es una expresión diversa <strong>del</strong> pensamiento de Dios, como ejerce<br />

una función especial en la cadena planetaria, los antiguos sabios han<br />

identificado los nombres de los planetas con los grandes dioses, que<br />

representan las facultades divinas en acción en el universo.<br />

<strong>Los</strong> cuatro elementos, de que están formados los astros y los seres,<br />

designan cuatro estados graduados de la materia. El primero, como el más<br />

denso y el más grosero, es el más refractario al espíritu; el último, como el<br />

más refinado, tiene por él una grande afinidad. La tierra representa el estado<br />

sólido; el agua, el estado líquido; el aire, el estado gaseoso; el fuego, el estado<br />

imponderable. El quinto elemento, o etérico, representa un estado tan sutil de<br />

la materia y tan vivaz, que ya no es atómico y está dotado de penetración<br />

universal. Es el flúido cósmico original, la luz astral o el alma <strong>del</strong> mundo.<br />

Pitágoras hablaba en seguida a sus discípulos de las revelaciones de la<br />

tierra, según las tradiciones <strong>del</strong> Egipto y <strong>del</strong> Asia. Sabía que la tierra en fusión<br />

estaba rodeada primitivamente de una atmósfera gaseosa, que, licuada por su<br />

enfriamiento sucesivo, había formado los mares. Según su costumbre, él<br />

resumía metafóricamente esta idea, diciendo que los mares eran producidos<br />

por las lágrimas de Saturno (el tiempo cósmico).<br />

Más he aquí los reinos que aparecen, y los invisibles gérmenes, flotando<br />

en el aura etérea de la tierra, en torbellinos dentro de su manto gaseoso,<br />

siendo luego atraídos al profundo seno de los mares y a los primeros,<br />

continentes emergidos. <strong>Los</strong> mundos vegetal y animal, aun confundidos,<br />

aparecen casi al mismo tiempo La doctrina esotérica admite la transformación<br />

de las especies animales, no solamente según la ley de la selección, sino<br />

también según la ley primaria de la percusión de la tierra por los poderes<br />

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