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Los Grandes Iniciados - Artículos del Escritor Laab Akaakad

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Edouard Schure – <strong>Los</strong> <strong>Grandes</strong> <strong>Iniciados</strong><br />

misma fuente, tomó de aquel filósofo las ideas madres y el esqueleto de su<br />

sistema. (“Lo que Orfeo ha promulgado por oscuras alegorías, dice Proclus,<br />

Pitágoras lo enseñó después de haber sido iniciado en los misterios, y Platón<br />

tuvo de ello conocimiento pleno por los escritos órficos y pitagóricos”. Esta<br />

opinión de la escuela alejandrina sobre la filiación de las ideas platónicas,<br />

está plenamente confirmada por el estudio comparado de las tradiciones<br />

órficas, y pitagóricas con los escritos de Platón. Esta filiación, mantenida<br />

secreta durante siglos, no fue revelada más que por los filósofos<br />

alejandrinos, porque ellos fueron los primeros en publicar el sentido<br />

esotérico de los Misterios).<br />

Vuelto a Atenas, Platón fundó allí su escuela, tan celebrada bajo el<br />

nombre de Academia. Para continuar la obra de Sócrates, era preciso difundir<br />

la verdad. Pero Platón no podía enseñar públicamente las cosas que los<br />

pitagóricos recubrían con un triple velo. <strong>Los</strong> juramentos, la prudencia, su<br />

objetivo mismo se lo prohibían. Es la doctrina esotérica misma lo que aparece<br />

en sus Diálogos, pero disimulada, mitigada, cargada con una dialéctica<br />

razonadora como un peso extraño; disfrazada ella misma como leyenda, mito<br />

o parábola. No se presenta aquí con el conjunto imponente que le dio<br />

Pitágoras y que hemos tratado de reconstruir, edificio fundado sobre una base<br />

inmutable, y cuyas partes están fuertemente cimentadas, sino por fragmentos<br />

analíticos. Platón, como Sócrates, se coloca sobre el terreno mismo de los<br />

jóvenes de Atenas, de los mundanos, de los retóricos y de los sofistas. Les<br />

combate con sus propias armas. Pero su genio siempre está allí; a cada instante<br />

rompe como un águila la red de la dialéctica, para elevarse con osado vuelo a<br />

las verdades sublimes que son su patria y su aire natal. Esos diálogos tienen un<br />

encanto vivo y único; en ellos se saborea, al lado <strong>del</strong> entusiasmo de Delfos y<br />

Eleusis, una claridad maravillosa, la sal ática, la malicia <strong>del</strong> bonachón<br />

Sócrates, la ironía fría y alada <strong>del</strong> sabio.<br />

Nada más fácil que encontrar las diferentes partes de la doctrina<br />

esotérica en Platón, y de cubrir al mismo tiempo los manantiales en que ha<br />

bebido. La doctrina de las ideas tipos de las cosas, expuesta en Fedro, es un<br />

corolario de la doctrina de los Números sagrados de Pitágoras. (Véase<br />

aquella doctrina expuesta en el libro precedente). E1 Timeo da una<br />

exposición muy confusa y embrollada de la cosmogonía esotérica. — En<br />

cuanto a la doctrina <strong>del</strong> alma, de sus emigraciones y de su evolución, pasa a<br />

través de toda la obra de Platón, pero en ninguna parte aparece tan claramente<br />

como en el Banquete, en Fedón, y en la leyenda de Er, colocada al fin de ese<br />

diálogo. — Distinguimos a Psiquis bajo un velo, pero ¡cuán bella y<br />

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