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Los Grandes Iniciados - Artículos del Escritor Laab Akaakad

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Edouard Schure – <strong>Los</strong> <strong>Grandes</strong> <strong>Iniciados</strong><br />

interior, cuyos pilares enormes parecían lotos gigantescos, sosteniendo por<br />

su fuerza y pureza al arca solar, el templo de Osiris. El hierofante se<br />

aproximaba al recién llegado. La majestad de sus facciones, la<br />

tranquilidad de su rostro, el misterio de sus ojos negros, impenetrables, pero<br />

llenos de luz interna, inquietaban ya algo al postulante. Aquella mirada<br />

penetraba como un punzón. El extranjero se sentía frente a un hombre a<br />

quien sería imposible ocultar nada. El sacerdote de Osiris interrogaba al<br />

recién llegado sobre su ciudad natal, sobre su familia y sobre el templo<br />

donde había sido instruido. Si en aquel corto pero incisivo examen se le<br />

juzgaba indigno de los misterios, un gesto silencioso, pero irrevocable, le<br />

mostraba la puerta. Pero si el sacerdote encontraba en el aspirante un<br />

deseo sincero de la verdad, le rogaba que le siguiera. Atravesaba pórticos,<br />

patios interiores, luego una avenida tallada en la roca a cielo abierto y<br />

bordeada de obeliscos y de esfinges, y por fin se llegaba a un pequeño<br />

templo que servía de entrada a las criptas subterráneas. La puerta estaba<br />

oculta por una estatua de Isis de tamaño natural. La diosa sentada tenía<br />

un libro cerrado sobre sus rodillas, en una actitud de meditación y de<br />

recogimiento. Su cara estaba cubierta con un velo. Se leía bajo la<br />

estatua:<br />

“Ningún mortal ha levantado mi velo”.<br />

— Aquí está la puerta <strong>del</strong> santuario oculto — decía el hierofante —.<br />

Mira esas dos columnas. La roja representa la ascensión <strong>del</strong> espíritu hacia la<br />

luz de Osiris; la negra significa la cautividad en la materia, y en esta caída<br />

puede llegarse hasta el aniquilamiento. Cualquiera que aborde nuestra<br />

ciencia y nuestra doctrina, juega en ello su vida. La locura o la muerte: he<br />

ahí lo que encuentra el débil o el malvado; los fuertes y los buenos<br />

únicamente encuentran aquí la vida y la inmortalidad. Muchos imprudentes<br />

han entrado por esa puerta y no han vuelto a salir vivos. Es un abismo que no<br />

muestra la luz más que a los intrépidos. Reflexiona bien en lo que vas a<br />

hacer, en los peligros que vas a correr, y si tu valor no es un valor a toda<br />

prueba, renuncia a la empresa. Porque una vez que esa puerta se cierre, no<br />

podrás volverte atrás. — Si el extranjero persistía en su voluntad, el hierofante<br />

le volvía a llevar al patio exterior y le dejaba en manos de los servidores<br />

<strong>del</strong> templo, con los que tenía que pasar una semana, obligado a hacer los<br />

trabajos más humildes, escuchando los himnos y haciendo las abluciones. Se<br />

le ordenaba el silencio más absoluto.<br />

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