09.05.2013 Views

Los Grandes Iniciados - Artículos del Escritor Laab Akaakad

Los Grandes Iniciados - Artículos del Escritor Laab Akaakad

Los Grandes Iniciados - Artículos del Escritor Laab Akaakad

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

Edouard Schure – <strong>Los</strong> <strong>Grandes</strong> <strong>Iniciados</strong><br />

de la T.) y en la saturniana noche apareció el sol. Dieron los Arcángeles su<br />

alma de fuego para crear a los Ángeles, prototipos <strong>del</strong> Hombre.<br />

Y por último, daría Cristo su cuerpo para salvar a la humanidad. De su<br />

sangre debía surgir la fraternidad humana, la regeneración de la especie, la<br />

resurrección <strong>del</strong> alma...<br />

Y mientras ofrece a sus discípulos el cáliz donde rojea el áspero vino<br />

judío..., piensa de nuevo Jesús en su visión celeste, su sueño cósmico anterior<br />

a su encarnación, cuando respiraba todavía en la zona solar, cuando le<br />

ofrecieron los doce grandes profetas a El, el decimotercio, el amargo cáliz...,<br />

que aceptó.<br />

Pero los apóstoles, excepto Juan, que percibe lo inefable, no pueden<br />

comprender. Presienten que algo terrible se acerca y tiemblan y palidecen. La<br />

incertidumbre, la duda, madre <strong>del</strong> pavor cobarde, les sobrecoge.<br />

Cuando Cristo se levanta y dice: “Vayamos a orar a Getsemaní”, los<br />

discípulos le siguen dos a dos. Y el triste cortejo sale por la profunda poterna<br />

de la puerta de oro, desciende por el siniestro valle de Hinnom, cementerio<br />

judío, y el valle de la Sombra Mortal. Traspasan el puente de Cedrón y<br />

ocúltame en la cueva <strong>del</strong> Monte de los Olivos.<br />

<strong>Los</strong> apóstoles permanecen mudos, impotentes, aterrados. Bajo los viejos<br />

árboles <strong>del</strong> monte, de retorcidos gestos, de follaje espeso, el círculo infernal se<br />

estrecha sobre el Hijo <strong>del</strong> Hombre para oprimirle con su mortal argolla.<br />

Duermen los apóstoles. Ora Jesús y su frente se cubre de un sudor de<br />

sangre. Era necesario que sufriera la angustia sofocante, que bebiera hasta las<br />

heces el cáliz, que saboreara la amargura <strong>del</strong> abandono y de la desesperación<br />

humana.<br />

Por fin, lucieron armas y antorchas bajo los árboles. Y aparece Judas<br />

con los soldados y, acercandose a Jesús, le da el beso de traición que le<br />

designa a los guerreros mercenarios.<br />

Hay en verdad una dulzura infinita en la respuesta de Cristo: “Amigo<br />

mío, ¿A qué viniste?”. Aplastante dulzura que arrastrará al traidor hasta el<br />

suicidio, a pesar de la negrura de su alma.<br />

Transcurrido este acto de amor perfecto, Jesús permanecerá impasible<br />

hasta el fin. Se hallaba acorazado contra todas las torturas.<br />

Helo aquí ante el sumo sacerdote Caifas, tipo <strong>del</strong> saduceo empernido y<br />

<strong>del</strong> orgullo sacerdotal falto de fe.<br />

Se confiesa Jesús el Mesías y desgarra el pontífice sus vestiduras<br />

condenándole con ello a muerte. Pilatos, pretor de Roma, intenta salvar al<br />

Galileo creyéndole un inofensivo visionario, porque este pretendido “Rey de<br />

496

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!