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Diccionario_Biblico

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Freeman, H.: «Nahum, Sofonías, Habacuc» (Pub. Portavoz Evangélico, Barcelona, 1980);<br />

Kelly, W.: «The Minor Prophets» (C. A. Hammond, Londres, reimpr. s/f de la edición de 1874);<br />

Morgan, G. C.: «Los Profetas Menores» (Clíe, Terrassa, 1984);<br />

Rossier, H.: «El profeta Oseas» (Ed. «Las Buenas Nuevas», Montebello, Calif., 1971) y<br />

Rossier, H.: «El profeta Jonás» («Las Buenas Nuevas», 1969);<br />

Tatford, E. A.: «Hageo, el profeta de la Restauración» (Pub. Portavoz Evangélico, Barcelona,<br />

1974);<br />

Wolf, H.: «Hageo y Malaquías, rededicación y renovación» (Pub. Portavoz Evangélico, 1980).<br />

Véase también bajo los artículos correspondientes a cada libro.<br />

1100<br />

nom, PROFETISA<br />

tip, PROF<br />

vet,<br />

(a) Mujer llamada por Dios al ministerio profético.<br />

María, la hermana de Aarón y de Moisés, era profetisa (Éx. 15:20, 21; Nm. 12:2; Mi. 6:4);<br />

Débora fue otra profetisa (Jue. 4:4). Los israelitas recurrían a las instrucciones de Débora; el<br />

Señor se sirvió de ella para anunciar Su voluntad al pueblo (Jue. 4:5, 6, 14).<br />

Hulda ejerció también el ministerio profético. El rey Josías ordenó al sumo sacerdote que<br />

consultara con ella acerca del libro de la Ley hallado en el Templo; ella le reveló entonces los<br />

propósitos de Dios (2 R. 22:11-20).<br />

El evangelista Felipe tenía cuatro hijas vírgenes que profetizaban (Hch. 21:9).<br />

(b) Esposa de un profeta: ésta es la interpretación más plausible de Is. 8:3.<br />

nom, PRÓJIMO<br />

tip, LEYE<br />

vet,<br />

(heb. «rea», «amigo», «compañero», «vecino», Éx. 2:13; 21:14, etc.;<br />

«'amith», «vecino», «igual», «compañero», Lv. 6:2; 18:20; 19:15, etc.;<br />

«karob», «cercano», Sal. 15:3;<br />

gr. «hoplêsion», «uno cercano», Mt. 5:43; 19:19; Lc. 10:27, 29, 36, etc.).<br />

En Lv. 19:18 se define «prójimo» como «los hijos de tu pueblo». La Ley del AT, así como la<br />

concepción de los judíos, obligaba a una serie de deberes hacia aquellos que le eran cercanos, no<br />

físicamente, sino en virtud de la común descendencia en el seno del pueblo elegido, obligaciones<br />

éstas que no eran vinculantes hacia los que se hallaban fuera de la alianza. Por ejemplo, un<br />

israelita no podía exigir interés a otro por un préstamo (cfr. Dt. 23:19, 20). Se prohibía asimismo<br />

el falso testimonio contra el prójimo (Éx. 20:16; Dt. 5:20; Pr. 25:18). También se prohibía<br />

codiciar cualquier cosa que él poseyera (Éx. 20:17); robarle o calumniarle (Lv. 6:2), oprimirlo<br />

(Lv. 19:13), atentar contra su vida (Lv. 19:16), cometer adulterio con su mujer (Lv. 20:10),<br />

defraudarlo de cualquier manera (Lv. 25:14, 15) o engañarlo en forma alguna (Lv. 25:17). Todos<br />

estos preceptos quedaban expresados de una manera positiva en el que ordenaba «amarás a tu<br />

prójimo como a ti mismo» (Lv. 19:18).<br />

En el NT el Señor Jesucristo amplió el concepto de prójimo. A la pregunta de un intérprete de la<br />

Ley: «¿Y quién es mi prójimo?», el Señor respondió con la parábola del buen samaritano. En ella<br />

el Señor muestra cómo sus discípulos deben buscar hacer el bien a todos aquellos a los que<br />

pueda prestar su ayuda (Lc. 10:25-37). El apóstol Pablo expresa sucintamente este principio para<br />

los cristianos: «Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los

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