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Diccionario_Biblico

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se alinean nombres como Calvino, M. Henry, Candlish, Keil, Leupold, Sauer, Young. La<br />

posición (I) es mantenida por Kline. (Véase Bibliografía bajo GÉNESIS.)<br />

(C) Hijos de Dios, en el sentido del NT.<br />

Destacando la idea de la filiación, de la protección divina, y también de la obediencia, esta<br />

expresión toma, en la enseñanza del Señor Jesús, una extraordinaria amplitud. Proyectando una<br />

intensa luz sobre las verdades bosquejadas en el AT, el Señor revela que Dios viene a ser<br />

verdaderamente Padre de aquellos que aceptan el Evangelio, habiendo pasado por el nuevo<br />

nacimiento (Jn. 3:3, 5, 6, 8; cfr. Ap. 11:11). Son engendrados por Dios (Jn. 1:12, 13; 5:21; Ef.<br />

2:5; Stg. 1:18; 1 P. 1:23); han sido hechos participantes de la naturaleza divina por la operación<br />

del Espíritu Santo que mora en ellos (Jn. 6:48-51; 15:4, 5; 2 P. 1:4; 1 Jn. 3:9). La santidad, el<br />

amor, la separación del mundo, se hallan entre sus características (1 Jn. 3:9; 4:7; 5:4); aunque no<br />

llegan a la perfección final en esta escena terrenal (1 Jn. 1:10), Dios los ha adoptado como hijos<br />

(Gá. 4:5); el Espíritu les enseña a decir «Abba, Padre» (Gá. 4:6; Ro. 8:15), y éste es el Espíritu<br />

que los guía (Ro. 8:14).<br />

La humanidad se halla dividida entre los que son hijos de Dios (Jn. 1:12) y los hijos de ira (Ef.<br />

2:3), sin Cristo, perdidos, y a los que se dirige el mensaje de amor y salvación (cfr. Ef. 2:4-10).<br />

Hay una clase especial de hombres, los que se oponen activamente al Evangelio por un peculiar<br />

aborrecimiento contra Cristo, y que reciben el durísimo nombre de «hijos del diablo» (cfr. Jn.<br />

8:44). Y Cristo se ofreció a Sí mismo para ofrecer su salvación a todos los esclavos de Satanás,<br />

para que así puedan pasar, por la fe en Él, de las tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a<br />

Dios (Hch. 26:18). «Todo el que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios» (1 Jn. 5:1).<br />

527<br />

nom, HIJO DE DIOS (II)<br />

ver, GÉNESIS<br />

vet,<br />

Uno de los títulos del Mesías (Sal. 2:7: Jn. 1:49; cfr. 2 S. 7:14) que expresa, en su sentido más<br />

profundo, la misteriosa relación que existe entre el Padre y el Hijo en su eterna relación en el<br />

seno de la Deidad. Este título, empleado frecuentemente en el NT, designa claramente a nuestro<br />

Señor (p. ej., en Mt. 4:3, 6; 16:16; 26:63; 27:43; Mr. 1:1; Lc. 3:38, sin embargo, lo aplica a<br />

Adán). Cristo es llamado asimismo el «Hijo unigénito de Dios» (Jn. 3:16, 18). Hay dos razones<br />

que justifican esta expresión:<br />

(A) Cristo, siendo eterno, no tiene principio ni fin (He. 7:3);<br />

(B) su nacimiento fue un milagro, habiendo sido engendrado por la operación del Espíritu Santo<br />

(Lc. 1:35).<br />

Siendo hijo de Dios, Cristo es el mismo Dios, dotado de las infinitas perfecciones procedentes de<br />

su esencia divina (Jn. 1:1-14; 10:30-38; Fil. 2:6). Es igual a Dios el Padre (Jn. 5:17-25); sin<br />

embargo, para cumplir la voluntad del Padre, asumió la condición de hombre. Fue enviado por<br />

Dios, que obró por medio de Él (Jn. 3:16, 17; 8:42; Gá. 4:4; He. 1:2). El término «Hijo» no se<br />

relaciona con la misión de Cristo, sino con su naturaleza, idéntica a la de Dios, implicando su<br />

igualdad con Él. Jesús reclama para Sí este título (Lc. 22:70; Jn. 10:36; 11:4; 19:7), y los<br />

apóstoles proclamaron que Jesús es el Hijo de Dios (Hch. 9:20; Gá. 2:20, etc.; 1 Jn. 3:8; 5:5, 10,<br />

13, 20). Es por haber mantenido este título ante el sanedrín que Jesús fue condenado a muerte<br />

como blasfemo (Mt. 26:63-66; Mr. 14:61-64). El derecho a este título había quedado confirmado<br />

por el descenso del Espíritu, con ocasión de su bautismo; el Padre dio desde el cielo un<br />

testimonio audible (Mt. 3:16, 17; Mr. 1:10, 11; Lc. 3:22; Jn. 1:32-34). La divinidad de Jesús fue<br />

asimismo confirmada en la transfiguración (Mt. 17:5; Mr. 9:7; Lc. 9:35; 2 P. 1:17). El carácter de

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