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Diccionario_Biblico

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26:16-20; Gá. 1:15, 16). Predicó a Cristo en las sinagogas de Damasco (Hch. 9:20-22). Los<br />

judíos de la ciudad, apoyados por el gobernador, decidieron eliminar a Saulo (2 Co. 11:32). Los<br />

discípulos le salvaron la vida bajándolo de noche por el muro dentro de una canasta (Hch. 9:23-<br />

25; 2 Co. 11:33). En lugar de volver a Jerusalén, se dirigió a Arabia, y volvió después a Damasco<br />

(Gá. 1:17). Se desconoce el lugar de Arabia en el que estuvo Pablo, o el tiempo que se quedó, o<br />

lo que hiciera allí; lo probable es que se diera a la meditación y a la oración en soledad. Tres<br />

años después de su conversión fue de Damasco a Jerusalén para conocer a Pedro (cfr. Gá. 1:18).<br />

Estuvo solamente quince días en Jerusalén, y no vio a ningún otro apóstol, excepto a Jacobo, el<br />

hermano del Señor (Gá. 1:19). Lucas ofrece algunos detalles suplementarios (Hch. 9:26-29). Los<br />

cristianos de Jerusalén tenían miedo de Pablo, y no creían que se hubiera convertido en discípulo<br />

de Cristo. Pero Bernabé, con la generosidad que le caracterizaba, presentó a Pablo a los<br />

apóstoles, y les relató su conversión y los sufrimientos que había tenido que sufrir a causa de su<br />

cambio radical. El antiguo perseguidor anunciaba enérgicamente el Evangelio y quería<br />

convencer a los judíos helenistas, sus amigos de otros días (Hch. 9:26-29), que intentaron darle<br />

muerte. Por esta razón, los discípulos enviaron a Pablo a Cesarea, desde donde se dirigió a Tarso<br />

(Hch. 9:29, 30; Gá. 1:21). El Señor se le apareció en el Templo, en Jerusalén, y le reveló que su<br />

apostolado iba a tener lugar entre los paganos (Hch. 22:17-21). Hay exegetas que han pretendido<br />

que los pasajes de Hechos que relatan esta visita a Jerusalén no concuerdan con los de la Epístola<br />

a los Gálatas. Sin embargo, es fácil ver la armonía de ambos relatos. Es muy probable que Saulo,<br />

queriendo trabajar de acuerdo con los doce, quiso visitar a Pedro, que tenía un lugar prominente.<br />

La desconfianza de los cristianos de Jerusalén con respecto al antiguo fariseo era bien natural; y<br />

el gesto de Bernabé, judío helenista como Pablo, está muy de acuerdo con su actitud posterior.<br />

Por otra parte, dos semanas transcurridas en Jerusalén fueron suficientes para el desarrollo de los<br />

hechos relatados en Hechos. La orden de partir que le dio el Señor a Saulo confirma la brevedad<br />

de esta visita (Hch. 22:18). El pasaje de Lucas, mencionando que Bernabé «lo trajo a los<br />

apóstoles», no contradice en absoluto la afirmación de Gá. 1:18, 19, según la cual Saulo sólo vio<br />

a Pedro y a Santiago. Estas dos personas (el segundo recibe asimismo el nombre de «columna»<br />

Gá. 2:9) representaban en esta ocasión a todo el cuerpo apostólico. Éste es el significado de la<br />

afirmación de Lucas en Hechos. En todo caso, Saulo y los dirigentes de la iglesia en Jerusalén<br />

comprendieron entonces con claridad que Cristo destinaba al nuevo discípulo a ser el apóstol de<br />

los gentiles. No parece que en este momento nadie se preocupara de la actitud que tomarían los<br />

convertidos provenientes del paganismo hacia la Ley de Moisés. Ni tampoco nadie podía<br />

suponer la importancia que tendría la misión de Pablo, pero reconocieron el mandato que le<br />

había sido dado. Conscientes de que su vida peligraba, los enviaron a Tarso (Hch. 9:30).<br />

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(f) Saulo en Tarso y en Antioquía de Siria.<br />

Son escasos los datos acerca del comienzo de este período. Es probable que la estancia de Saulo<br />

en Tarso durara de 6 a 7 años (véase el apartado cronología al final de este artículo [PABLO<br />

(III)]). Es indudable que el nuevo testigo llevó a cabo una obra misionera y que fundara las<br />

iglesias de Cilicia, mencionadas de manera incidental en Hch. 15:41. En Tarso seguramente se<br />

encontró frente a diversas corrientes intelectuales; ya se ha mencionado que la ciudad era un foco<br />

de la filosofía estoica. El encuentro del apóstol con los epicúreos y los estoicos en Atenas da<br />

evidencia de que conocía bien los sistemas de ambos (Hch. 17:18-19). Anunciando el evangelio<br />

en Tarso, es indudable que Pablo se atendría a lo que el Señor le había mostrado acerca del<br />

carácter de su ministerio. Algunos cristianos de origen judío-helenista, que habían sido<br />

ahuyentados de Jerusalén por la persecución que siguió al martirio de Esteban, llegaron a

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