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Diccionario_Biblico

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sólo como término de deferencia, sino también en reconocimiento de Su Señorío oficial (Hch.<br />

2:36; Fil. 2:11). Él es enfáticamente el Señor, sobrepujando a todo otro para los cristianos, que se<br />

deleitan en considerarlo de una manera personal como «mi Señor» (Lc. 1:43; Jn. 20:13; Fil. 3:8).<br />

Para los creyentes colectivamente Él es «Nuestro Señor Jesucristo».<br />

En este título hay también la idea de administración que es de gran importancia observar. Como<br />

Hombre, el Señor Jesús es mediador entre Dios y los hombres, y recibe bendiciones para ellos<br />

que son administradas por Él como Señor. «Para nosotros, sin embargo, sólo hay un Dios, el<br />

Padre, del cual proceden todas las cosas, y nosotros somos para Él; y un Señor, Jesucristo, por<br />

medio del cual son todas las cosas, y nosotros por medio de Él» (1 Co. 8:6). (Cfr. Ro. 5:1, 2, 11,<br />

17, 21, etc.).<br />

El mismo término gr. se emplea con frecuencia en la LXX traduciendo el nombre heb.<br />

«Yahweh» (transcrito en la Reina-Valera como Jehová), y pasa al NT como nombre propio en el<br />

sentido de Yahweh, como en Mt. 1:20, 22, 24, etc., aunque en castellano sea preciso traducirlo<br />

como «el Señor». (Véanse DIOS, y DIOS [NOMBRES DE].)<br />

(b) Gr. «despotês», significa «dueño, señor», en el sentido de un hombre propietario de esclavos.<br />

Se aplica a Dios y al Señor Jesús (Lc. 2:29; Hch. 4:24; 2 P. 2:1; Jud. 4; Ap. 6:10; 2 Ti. 2:21.<br />

(Véase DIOS [NOMBRES DE].)<br />

1255<br />

nom, SEOL<br />

tip, DOCT ESCA<br />

ver, CASTIGO ETERNO<br />

vet,<br />

(HADES)<br />

(heb. «Sh'õl»; gr. «Hades»: Sal. 16:10; Hch. 2:27). La etimología de los dos términos es dudosa.<br />

«Sh'õl» puede significar «insaciable» (Pr. 27:20; 30:15-16). «Hades» podría significar<br />

«invisible».<br />

Los judíos llamaban Seol al lugar a donde se dirigían todos los muertos, bienaventurados o no<br />

(Ec. 9:3, 10). El patriarca que moría era «unido a su pueblo» (Gn. 25:8, etc.). Samuel afirma a<br />

Saúl y a sus hijos que al día siguiente ellos estarían donde él se encontraba (1 S. 28:19). David,<br />

llorando a su hijo, dijo que él se reuniría con su pequeño (2 S. 12:23); al morir, el rey «durmió<br />

con sus padres» (1 R. 2:10). Se hablaba de «descender al Seol», como si estuviera cerca de la<br />

tumba o como si los cuerpos fueran depositados allí (Nm. 16:30-33; Ez. 31:17; Am. 9:2; cfr. Ef.<br />

4:9).<br />

El Seol era considerado en el AT como lugar de olvido y de reposo para el creyente (Jb. 3:13-<br />

19). En Eclesiastés, donde se contempla todo desde la perspectiva de «debajo del sol», todo<br />

vuelve al polvo, tanto el hombre como la bestia (Ec. 3:19-21); los muertos nada saben, nada<br />

poseen ni ninguna obra hacen, y no tienen ya parte en nada de lo que se hace bajo el sol (Ec.<br />

5:14). Sin embargo, en otros pasajes del mismo libro se admite claramente que, aunque los<br />

muertos ya no tienen relación con la actividad de esta tierra, siguen existiendo (Ec. 11:9; 12:7,<br />

14). En muchos otros pasajes del AT también se hallan alusiones a la existencia de las almas en<br />

el Seol; cfr. Samuel (1 S. 28:15). Los impíos mantienen su personalidad en el Seol (Is. 14:9-10;<br />

Éx. 32:21-31). El Seol está abierto y expuesto a la mirada de Dios (Jb. 26:6; Pr. 15:1), y su<br />

misma presencia se hace sentir a los suyos (Sal. 139:8). Los creyentes del AT tenían además la<br />

certidumbre de la gloria futura y de la resurrección del cuerpo (Jb. 19:25-27; Sal. 16:8-11; 17:15;<br />

49:14-16; 73:24-26; Dn. 12:2-3). El arrebatamiento de Enoc y de Elías (Gn. 5:24; 2 R. 2:11)

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