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Diccionario_Biblico

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intermedios. Estos jueces dirigían las expediciones contra los enemigos del pueblo, y lo<br />

gobernaban. Fue entonces que se manifestaron tendencias a la unidad; el sentimiento nacional se<br />

manifestó en una y otra ocasión; sin embargo, se permitió con demasiada frecuencia que los<br />

obstáculos naturales, los celos mezquinos, los intereses locales, constituyeran factores de<br />

división. La historia de Israel ofrece brillantes ejemplos de piedad, pero también exhibe el hecho<br />

de que el pueblo caía fácilmente en la incredulidad. (Véanse JUECES, SAMUEL.).<br />

Los beneficiarios del pacto, el pueblo de Dios, revelaron durante este período todas sus flaquezas<br />

y vicios. Desde el mismo comienzo, se reveló la falta de fe en Dios, ya en Cades. Los celos entre<br />

las tribus se manifestaron ya de principio en la revuelta de Coré y sus partidarios contra el<br />

sacerdocio de Aarón y la autoridad de Moisés. El asunto del becerro de oro, la caída en el ardid<br />

de Baal-peor, todo ello evidenció cuán inclinados estaban los israelitas hacia la idolatría. La<br />

alianza con los gabaonitas y el no apoderarse de Jebus (Jerusalén) constituyeron los grandes<br />

errores políticos cometidos en este período. Todos estos elementos negativos tuvieron una<br />

pesada influencia en la historia posterior de Israel.<br />

(b) Una monarquía unida de las doce tribus. El pueblo no había llegado a manifestar la unidad<br />

estipulada por su religión y, en la época de los Jueces, «cada uno hacía lo que bien le parecía»<br />

(Jue. 21:25). La actitud amenazadora de las naciones vecinas hizo desear a Israel la presencia de<br />

un gobierno fuerte y un caudillo militar respetado. En estos momentos, Samuel era ya anciano.<br />

Los israelitas se apartaron del ideal de la teocracia, y pidieron otro rey aparte de Jehová (1 S. 8:5-<br />

7). Desde entonces, además del sumo sacerdote y del profeta, hubo un monarca terreno, investido<br />

de la autoridad suprema, reinando permanentemente en lugar de los Jueces que Dios había<br />

suscitado. Saúl fue el primer rey. Presuntuoso e incapaz de admitir la superioridad del sumo<br />

sacerdote y del profeta, perdió el privilegio de fundar una dinastía. Le fue arrebatado el reino.<br />

Dios se retiró de él, y el profeta Samuel también lo abandonó, por cuanto había desobedecido<br />

voluntariamente las órdenes formales de Dios. David fue entonces el elegido. (Véanse SAMUEL<br />

[LIBROS DE], SAÚL, DAVID.). Bajo el reinado de David, las doce tribus quedaron unidas<br />

después de siete años de guerra civil; Jerusalén, arrebatada a los jebuseos, vino a ser la capital<br />

del centro religioso del reino, cuyos límites se extendieron mediante conquistas adicionales,<br />

hasta el noreste de Damasco. Los territorios adquiridos fueron hechos tributarios. Israel impuso<br />

guarniciones en el país de Edom. Salomón, el sucesor de David, edificó el templo, Y adornó<br />

Jerusalén, desarrollando sus fortificaciones y dando gran esplendor a Israel. Pero sus exacciones<br />

tributarias hicieron surgir el descontento entre el pueblo, y su caída en la idolatría, bajo la<br />

influencia de sus mujeres extranjeras, le hicieron incurrir en el desagrado de Dios. Su hijo y<br />

sucesor, Roboam, no supo discernir la gravedad de la situación, y ante su actitud arrogante diez<br />

tribus se rebelaron contra la casa de David. Por ello, Judá y Benjamín vinieron a formar el reino<br />

del sur (véanse SALOMÓN, ROBOAM), y el resto de tribus formó el reino del norte.<br />

(c) Dos reinos rivales: Una monarquía constituida principalmente por la tribu de Judá, y un reino<br />

cismático y apóstata creado por las diez tribus rebeldes. Las causas que condujeron a esta<br />

escisión eran antiguas y variopintas (véase ISRAEL). El reino de Judá, más fuerte, tenía el<br />

poderío material. Además, su situación geográfica le proporcionaba mejores defensas naturales;<br />

poseía la capital, un gobierno estable, y el centro cultural al que el pueblo estaba acostumbrado.<br />

Tenía además la fuerza moral: la historia señala que la convicción de la adhesión a una dinastía<br />

considerada como legítima es siempre un factor de poderío. Sobre todo, el reino de Judá se<br />

benefició de la influencia exaltante de la verdadera religión y del sentido de la fidelidad debida a<br />

Jehová. Tuvo reyes más piadosos que los del reino de Israel. Para mantener en el seno de la<br />

humanidad el conocimiento y el culto al Dios único y verdadero, Jehová protegió el reino de<br />

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